viernes, 13 de abril de 2018

MANSIEGONA, CON UN TOQUE ROMÁNTICO


Con severa y encomiable puntualidad llega cada mes de diciembre a las manos de quienes gustan de este tipo de publicaciones una revista nacida en las altas cumbres de la Serranía de Cuenca y que responde al sonoro título de Mansiegona. Resulta casi conmovedor que en estos tiempos acongojados por la pasión de todo lo que circula a través de la red (incluidas estas notas personales) aún haya románticos apegados al papel en los que transmitir ideas, noticias, informes o comentarios. Y es que, verdaderamente, aunque la realidad es tozuda y todos sabemos por dónde van los tiros y el futuro, nada hay más satisfactorio y estimulante que el papel impreso.
Este es el número 12 de la revista, que nace bajo los auspicios de la Asociación Cultural del mismo título, con sede en Masegosa, bajo la coordinación de Jorge Garrosa Mayordomo como responsable de recoger y ordenar los trabajos. Una poesía de Luis Auñón Muelas abre el número que, tras este arranque literario, se introduce en los angostos senderos de la investigación, con propuestas de muy variado contenido, entre las que me ha llamado la atención un esbozo, breve, pero sustancioso, del proceso por el que Cuenca pasó de Intendencia a Provincia, entre los siglos XVIII y XIX; un artículo biográfico sobre el obispo Miguel Muñoz, natural de Poyatos; un curioso informe sobre los pantanos que nunca se hicieron, de los que hay varios ejemplos; otro sobre una de las aventuras del maquis por aquellos parajes serranos, en concreto un incidente en el que quemaron un autobús de La Camphichuelense; un amplio dossier sobre la guerra de la Independencia en la Serranía de Cuenca; y un curioso trabajo naturalista sobre las mariposas diurnas de aquellos parajes, junto con varios relatos que nos ayudan a recrear tiempos, costumbres y situaciones, incluyendo el famoso viaje de Amalia de Sajonia al Solán de Cabras.
Verdaderamente interesante esta publicación, una de las pocas que aún sobrevive en el mundo de la letra impresa, para regocijo de los amigos de tales aventuras culturales, entre los que anoto mi nombre.



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