Como ocurre todos los años,
los últimos, la presentación del cartel anunciador de la Semana Santa 2018 va
acompañada de la polémica porque la obra, según costumbre, no gusta ni poco ni
mucho a una amplia mayoría de quienes integran la popular celebración conquense
mientras que los demás se muestran indiferentes, con comentarios para todos los
gustos. El artista elegido, Jesús Soriano, desciende de conquenses, aunque
nació en Albacete y actualmente reside en Alicante, donde reside y trabaja como
arquitecto y profesor. Ha titulado su obra “Espíritu” y dice, según ha
explicado repetidamente en los medios locales, que ha pretendido reflejar en
ella sus vivencias y recuerdos, además de sus sentimientos. El resultado es un
diseño eminentemente abstracto, prácticamente monocromo, en el que predomina el
dibujo de una cruz y bajo ella unos trazos que reflejan una hilera de capuces y
el letrero “Cuenca 2018”
en forma de rótulo manuscrito deliberadamente distorsionado. 48 obras se habían
presentado al concurso y entre ellas el jurado eligió esta que, al ser mostrada
al público que llenaba el salón no ocultó su desilusión, transmitida luego a
las redes sociales con la retahila habitual de comentarios de pésimo gusto e
infame redacción. Ahora falta conocer la reacción del resto de la gente, cuando
el cartel empiece a distribuirse por paredes y escaparates. Detrás queda
siempre la duda acerca de cual es el mejor sistema para elegir un cartel y
cuales deben ser los propósitos inspiradores de algo, un objeto, sí, llamado a anunciar,
proclamar y, en definitiva, atraer. Por ahora, el acierto no viene acompañando
a los llamados a tomar estas decisiones. Veremos este año.
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