miércoles, 8 de agosto de 2018

CAMBIO DE DIRECCIÓN



Este blog ha cambiado de dirección. En adelante, los comentarios personales de José Luis Muñoz los puedes encontrar en su blog personal en la dirección

https://joseluismunozencuenca.blogspot.com/

lunes, 2 de julio de 2018

A VUELTAS CON EL CRIMEN DE CUENCA



Cuando toma carta de naturaleza un tópico, luego no hay manera de desmontarlo. Pero aún: se repite, continúa propagándose y engorda hasta que el tópico inventado sustituye por completo a la realidad cierta.
Sobre el nombre de Cuenca recaen dos sucesos de singular importancia, hondo dramatismo y engolfado atractivo popular: el crimen sucedido en Albalate de las Nogueras en 1893 y conocido desde su mismo origen como el crimen de Cuenca y el error judicial acaecido en el juzgado de Belmonte a partir de un presunto asesinato en Osa de la Vega, en 1910.
Durante varias décadas no hubo ningún problema en diferenciar ambos sucesos, cada uno con su peculiar dramatismo y singulares circunstancias. Hasta que llegó Pilar Miró y, en colaboración con la escritora Lola Salvador pergeñaron en 1979 el guión de una película que titularon El crimen de Cuenca. Excelente película, todo hay que decirlo, porque una cosa no tiene que ver con la otra. Pero esa película, titulada así, no escenificaba en realidad el auténtico crimen de Cuenca, sino el error judicial de Osa de la Vega y de esa manera, al mezclar y confundir ambos sucesos, el público en general, que no tiene tiempo de andar entretenido en matices, cambió de inmediato una cosa por otra y de la manera más sencilla ahora todo el mundo considera que el crimen de Cuenca sucedió en Osa de la Vega. Y así ocurrirá, al menos, hasta que a alguien se le ocurra hacer una película para reproducir el auténtico crimen, el de Albalate de las Nogueras.
Abundando en el error y aprovechándose de la fama del título cinematográfico, acaba de aparecer un libro titulado Juan José de Jáuregui y Mendoza, forense del crimen de Cuenca (1882-1938), escrito por su nieto, Nicolás Pérez-Serrano Jáuregui, que ha utilizado la amplia documentación conservada por su antepasado para volver a rehacer el famoso suceso de Osa de la Vega, al que, para contribuir acrecentando el error, vuelve a llamar el crimen de Cuenca, latiguillo que, a lo que parece, no va a poder ser superado nunca más.
         Al hilo de este asunto añadiré algo más. Si alguien tiene curiosidad por intentar encontrar la verdad en Wikipedi, hallará dentro del apartado dedicado al crimen de Cuenca la curiosa nota de que “sobre estos hechos auténtico, el escritor Alicio Garcitoral, gobernador civil de Cuenca cuando ocurrieron, escribió su novela social El crimen de Cuenca (1932)” temeraria afirmación que viene a confirmar lo ya conocido: en ese almacén de errores y disparates que es Wikipedia cabe cualquier cosa. Aquí hay dos: Alicio Garcitoral no era gobernador civil de Cuenca cuando ocurrieron los hechos (1910) sino veinte años más tarde (1931) y su novela (que el autor de la nota, evidentemente, no ha leído), no va sobre el crimen sino sobre la situación política de Cuenca en el inicio de la República.
         Cosas que pasan y tonterías que se dicen.

domingo, 10 de junio de 2018

LAS MOMIAS DE LA IGLESIA DE SANTA CRUZ



        La lectura en El País del domingo 27 de mayo de un reportaje sobre las momias me ha traído a la memoria una colección de ellas que durante mucho tiempo ocuparon espacio en los papeles y murmullas de intriga en los corrillos callejeros, las de la iglesia de Santa Cruz, en Cuenca. El asunto viene ahora a cuento de un congreso mundial celebrado en Tenerife, en el que no solo han participado sesudos expertos en la materia, sino también una nutrida representación de cuerpos momificados, de los que hay cientos de ejemplos repartidos por todo el planeta.
       Una de las conclusiones de esta reunión de expertos es que las momias siguen fascinando pero ya no provocan tanto morbo, o sea, que son aceptadas con relativa normalidad, incluso por los niños, ya que una encuesta entre los 12.000 que visitaron la exposición dio un resultado muy revelador: la mayoría opinó que no dan susto y que son muy interesantes para estudiar.
       Las de Cuenca también tuvieron su momento de gloria, no solo cuando fueron descubiertas sino cuando muchos años más tarde en fueron “redescubiertas” y lanzada al morbo público. El hallazgo se le ofreció al albañil Aurelio Torralba cuando en 1930 estaba trabajando en el derribo de un edificio anejo a la iglesia, encontrando, tras una pared, una habitación completamente ocupada por huesos y los cadáveres momificados de cinco adultos y un niño. Una de las mujeres tenía entre sus manos una bula fechada en 1694 a favor de Quiteria López de Ayala, mientras que la otra tenía al niño en sus brazos; de los tres hombres adultos, uno vestía hábito religioso y otro tenía una venda enrollada en el muslo, ocultando un papel con los signos astrales de Libra y Capricornio. Las momias quedaron depositadas en casa de la familia Torralba y en 1970 fueron entregadas en depósito a Antonia Soria, santera de San Isidro, que desde ese momento las fue enseñando a cuantos quisieron verlas, especialmente periódicos y alguna TV sensacionalista que, como es natural, en seguida quiso buscar la intervención de la Inquisición, por más que estaba claro y diáfano que tan cruel institución no tuvo nada que ver en el caso. La Iglesia, por su parte, siempre se mostró favorable al enterramiento de los restos, argumentando que no había ningún motivo para mantenerlas en un recinto sagrado.
       Y así, sencillamente, las momias de la iglesia de Santa Cruz pasaron a la historia y al olvido.



sábado, 9 de junio de 2018

ANTONIO MORAL, EN CANDELERO



Antonio Moral está de moda estos días, aunque los medios de información de Cuenca (los impresos y los digitales) no se enteren o no se quieran enterar. Nacido en Puebla de Almenara (1956), Antonio Moral es todavía, y ya solo por unos pocos meses, hasta septiembre, director del Centro Nacional de Difusión Musical, creado en 2010, que agrupa el Auditorio Nacional, el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea, el Auditorio 400 del Museo Nacional Reina Sofía y el Centro de Músicas Históricas con sede en León. Y aunque esas son las sedes estables, desde ese organismo y bajo su dirección se han propiciado otras muchas actividades en distintas ciudades españoles, como Cuenca, donde no hace todavía mucho organizó un concierto de órgano en la catedral.
            Antonio Moral está de moda desde que el mes pasado anunció que dejaba el cargo, harto de pelear con Hacienda, a la que considera, como muchos otros, el mayor enemigo que tiene la Cultura en este país, por la sucesión inacabable de obstáculos, cortapisas y dificultades que, con el pretexto de garantizar la pureza y honradez del sector público (en el que, como todos sabemos, pasa lo que pasa y ahí están los tribunales trabajando a destajo) no hace más que poner inconvenientes para que la labor de un gestor cultural se pueda desarrollar con una razonable comodidad. Y eso que pasa en la Hacienda estatal, al más alto nivel, se transmite con idénticas condiciones a las otras haciendas, las locales, no menos entorpecedoras que las otras.
            Moral, que ha trabajado siempre en el sector privado, donde las circunstancias son otras, no se debía esperar que, como ha explicado, la mayor parte de su tiempo tuviera que dedicarlo a minucias administrativas enrevesadas, como le ha sucedido. Y eso, estoy seguro, no lo va a resolver el nuevo gobierno, por más que quisiera. Hay una estructura inamovible, que está por encima de las ideologías, los partidos y los gobiernos y Hacienda va a seguir Hacienda, cualquiera que sea el color de su antes ministro y ahora ministra.
            El protagonista de esta nota está ahora a la espera de una nueva ocupación que, sin duda, la encontrará de inmediato. Mientras, se pasea por todos los medios de comunicación que quieren oirlo, para ir explicando su experiencia y, de paso, emitir algunas enseñanzas sobre la Cultura y la Música en este país.

jueves, 7 de junio de 2018

CAMBIO DE ALINEACIÓN



1
Nunca habíamos conocidos un gobierno con cuentagotas. Siempre ha habido, por parte de los medios, un entretenido juego de adivinanzas para intentar rastrear pistas que pudieran ayudar a identificar un nombre u otro y casi siempre se producían aciertos y algunos resbalones, pero nada estaba seguro hasta el último día, cuando se hacía pública la lista oficial. En este caso no. Apenas si José (o Josep) Borrell había sido elegido para ocupar la cartera de Exteriores (un acierto, dicho sea de paso, porque entre otras muchas cosas este país nuestro necesita a marchas forzadas mejorar la alicaída imagen que se ha ido formando en Europa en los últimos meses) cuando ya se lo estaba contando, él mismo, a todo el mundo. Luego empezaron a salir a la palestra otros nombres pero no con el acompañamiento habitual de rumores, sino dándolos por hechos ciertos. Y todos se han confirmado.

2

De esa manera, volvemos a donde estábamos antes, a no tener ministro, porque en Cuenca, eso de tener alguien en el gabinete donde se cuecen las grandes cosas del país, ha sido cosa extraña, nada frecuente. En los tiempos de Franco la provincia solo pudo contar con el ínclito Francisco Ruiz-Jarabo y en los tiempos de la democracia el único ministro fue Virgilio Zapatero, aterrizado por aquí como cunero, condición que también le incumbe al recién cesado Rafael Catalá, que no solo se ha vinculado a la provincia por motivos políticos y representativos, sino que también ha encontrado por aquí otras razones para el dolce far niente y eso, imagino, hará que siga viniendo con la frecuencia que el caso requiere. Claro que ya no podrá llevar a cabo los grandes proyectos que tenía para nosotros, según gustaban de decir sus fieles acólitos.

3

Confieso que me he quedado descolocado. Estábamos con lo del goteo que decía antes, esperando la hora del chupinazo final y en esas va y aparece la mención al reaparecido ministerio de Cultura al que, justamente, yo iba a dedicar esta tercera nota, lamentando que siguiera sin cobrar forma. Pues me tengo que tragar el preparativo lloriqueante porque volvemos a tener ministerio de Cultura (con el añadido del Deporte, que no falte) y se lo adjudican a un creador multimedia, que lo mismo le da a las ondas y al pincel que a la literatura. Imposible adivinar si Maxim Huerta va a hacerlo bien o menos bien, pero lo que sí es muy alentador es que España vuelva a tener ese maltratado departamento. Vaya con el señor Sánchez, don Pedro, y que equipo más apañado ha sido capaz de organizar así, de prisa y corriendo.



SOROLLA DEL INTERIOR




         Estar un rato en la Casa Zavala, pasear por esas salas austeras a la vez que cómodas, sentir el riguroso silencio que nos aleja de la barahúnda exterior de la cercana Plaza Mayor, dejar que la mirada vaya de un cuadro a otro, palpar sentimentalmente la proximidad de un pintor como Sorolla, son ingredientes, entre otros muchos seguramente, que un observador detallista podría añadir a este escueto repertorio, al amparo de la excelente muestra que ocupa estos días el felizmente recuperado espacio expositivo.
         Sorolla, tierra adentro es un título muy expresivo, que indica bien, sin subterfugios, lo que nos esperaba y encontramos al cruzar los primeros escalones que conducen a las salas. Este no es el Sorolla archiconocido de las playas, los niños desnudos, los pescadores faenando en las orillas del mar Mediterráneo. Este es el pintor que pateó España de cabo a rabo, pintándola, paisajes duros y ásperos del interior castellano, donde buscaba una expresividad plástica que le ayudara a plasmar una suerte de nacionalismo nada excluyente, sino abarcador de las bellezas y dolores de una tierra tan amplia como dolorida.
         Sierras y riberas fluviales, campos cultivados y montañas nevadas, árboles desnudos y tierras feraces, todos ellos auténticos, porque así trabajaba el maestro y así trasladaba al lienzo lo que veía. Auténtico es este Sorolla que hasta el 22 de julio sugiere y ofrece belleza, placer, sentimiento.


lunes, 4 de junio de 2018

ROMANOS DESPLEGADOS EN CUENCA




Uno de los muchos problemas de esta ciudad nuestra (o sea, Cuenca) es que se organizan cosas, bastantes cosas, de las que solo se enteran los protagonistas y sus familiares. Los mecanismos de comunicación funcionan por aquí fatal y eso explica que no nos enteremos bien de lo que está a punto de pasar o que nos enteremos cuando ya ha pasado. Por ejemplo, de una actividad didáctico-lúcida que se celebró días atrás en los jardines del Hospital de Santiago, a cargo de los alumnos de 5º y 6º curso del colegio La Milagrosa, que hicieron un montaje teatral de contenido histórico, en torno a la romanización de España y especialmente de Cuenca. Los alumnos actores, como “viajeros en el tiempo” han podido pasear por una réplica de un foro romano, en la que ciudadanos, senadores, esclavos, músicos, actores, legionarios, filósofos y mercaderes han interactuado con ellos y les han explicado cómo era la cultura y la vida en las ciudades fundadas por el imperio romano en nuestra provincia.
         A la experiencia se le puede añadir la palabrería propia de estos casos, porque nos cuentan que ha funcionado como herramienta didáctica que va a servir para despertar la iniciativa y el espíritu emprendedor de los alumnos en el futuro, mediante estrategias innovadoras de aprendizaje y utilizando los recursos que ofrece nuestra provincia con el objetivo de valorar y respetar nuestro patrimonio histórico.
         Muy bien dicho, pero a mí me hubiera gustado verlo, en vivo y en directo y no que me lo cuenten al cabo de los días.


miércoles, 30 de mayo de 2018

EN LA MUERTE DE JUAN EVANGELIO



La muerte de Juan Evangelio nos deja un poco huérfanos a todos los que encontramos en el libro cualquiera de esos sentimientos que aún afloran en el alma humana: el gusto, la afición, la pasión, formas de afecto que suelen hallar en el libro el amigo constante, la compañía fiel sin exigencias ni premuras. Para quienes, además, escribimos y aspiramos a encontrar lectores-compradores, la intervención eficaz de un intermediario tan voluntarioso como Juan Evangelio fue determinante. Un librero al viejo estilo, que no necesitaba el recurso permanente al ordenador para saber dónde está ese volumen o aquel ni quien era el autor o en qué punto de los aparentemente desordenados anaqueles podría encontrarse el objeto del deseo o qué recomendar (era un auténtico especialista en plumas estilográficas) en la búsqueda del regalo apropiado. Durante años alimentó en su entorno una auténtica tertulia ciudadana y libresca, que se prolongaba mucho más allá de la hora de cierre del local porque, y eso era evidente, él era el primer comerciante de Carretería en abrir las puertas y el último en cerrarlas. Su peculiar bonhomía, de amplia generosidad y abierta risa contagiosa, venía a ser como un bálsamo en el que se podía encontrar reposo más allá del trajín de la que fue calle bulliciosa, ahora un tanto descafeinada pero igualmente amistosa. Hace unas semanas dediqué un artículo a la librería señalando el notable matiz de que es el comercio más antiguo de Cuenca, camino de cumplir los cien años y apuntando como cosa notable que ese privilegio corresponda precisamente a una librería, tipo de establecimiento que está desapareciendo a marchas forzadas de muchas ciudades españolas. Hubiera sido un gesto amable del destino que Juan Evangelio pudiera haber llegado a ver ese centenario. Ha muerto ahora y el mundo del libro, en Cuenca, tiene motivos sobrados para estar de luto.


PROPIETARIOS DE UN ESPACIO PÚBLICO



Me parece muy interesante la observación que hace Elvira Lindo (El País, 27 de mayo) sobre la forma en que las terrazas veraniegas de los bares, tan apetitosas, tan agradables con el buen tiempo, se han ido apoderando de las aceras hasta el punto de considerarlas como cosa propia, de manera que ese suelo, dice, ya no es de los ciudadanos, sino del que paga el alquiler. Interpreta con acierto lo que parecen pensar los propios interesados, los propietarios de esos locales y, de paso, también el Ayuntamiento, convencidos unos y otros de que el abono de una tasa discrecional otorga sin más el derecho de propiedad del suelo que ocupan. Lo curioso, y coincido con ella, es que nosotros, los de a pie, los usuarios de esas terrazas, asumimos que no tenemos ningún derecho, que solo lo tienen los bares usuarios del espacio. Y por ello asistimos, sin especiales protestas ni quejas a lo que ha pasado de ser uso para convertirse en abuso. De los muchos ejemplos que se pueden citar basta con referirme al más expresivo, el de la Plaza Mayor de Cuenca. En un sector, el de la izquierda, junto a la calle Pilares, no hay espacio para los peatones puedan caminar. Si quieren hacerlo tienen que salir necesariamente a la propia plaza, para coexistir, o sea, pelear, con los coches. En la otra acera, junto a las viviendas, sí que hay un pequeñísimo pasillo por el que se puede transitar en fila de uno pero cuidando de no tropezar con los camareros que salen del interior para llevar el suministro a las mesas y que, por norma general, consideran que ellos tienen prioridad y por tanto los demás debemos apartarnos y cederles el paso. Como si fueran los propietarios, los dueños absolutos de la terraza y de la calle. Ciertamente es muy curioso comprobar cómo, en una civilización que reclama derechos a cada momento, hemos renunciado al más sencillo de todos, al de considerar que la calle es propiedad colectiva, de la ciudadanía, y no de quienes instalan terrazas.

miércoles, 23 de mayo de 2018

NI JUNTOS, NI REVUELTOS



La cultura, en cualquiera de sus estamentos y manifestaciones, debería ser un factor de cohesión social, no partidista.
Veamos dos fotos y sus correspondientes relatos.
Feria del Libro en Cuenca. La organizan, promueven y financian dos instituciones públicas, Ayuntamiento de Cuenca y Diputación provincial, ambas dirigidas por el PP. En consecuencia, ningún responsable del PSOE asiste a ninguno de los actos organizados, ni el delegado de la Junta ni siquiera la directora provincial de Educación y Cultura. No creo que esta ausencia se haya extendido a la totalidad de miembros del partido socialista conquense; más bien creo que cada uno actúa según su criterio personal y que nadie en su sano juicio aplica criterios políticos (sectarios, más bien) a una actividad tan inocente y casta como comprar o leer libros.
Inauguración de la iluminación especial con que Iberdrola obsequia a la fachada principal del monasterio de Uclés, para que la espléndida portada churrigueresca brille y destaque en toda su plenitud, como un faro luminoso en la negritud de la noche manchega. Al acto asisten, junto con dirigentes de la empresa eléctrica y el obispo de Cuenca, el presidente y el vicepresidente de la Junta de Comunidades, Emilio García Page y José Luis Martínez Guijarro, ambos del PSOE. Ni en la crónica del acto ni en la foto hay alusión alguna ni presencia de responsables del PP, incluido el presidente de la Diputación que, se supone, algo tiene que ver con lo que ocurre en la provincia.
Como es natural, la forma en que actúan los responsables de aplicar el protocolo no está a mi alcance. Yo no se si unos y otros se invitan cortés y educadamente y tampoco si, en tal caso, unos y otros se disculpan no menos educadamente. Sin saberlo, pero suponiendo que no ocurre ni una cosa ni la otra, sino que simplemente se ignoran, se marginan, en actos públicos que son de todos los ciudadanos, no de un partido político concreto, sí estoy en condiciones de afirmar que esa es una forma muy torpe de actuar y que, lejos de merecer el aplauso caluroso de la ciudadanía, lo que deben recibir es una enorme reprobación porque no han sido elegidos para hacer tonterías ni actuar de manera mezquina, sino para trabajar conjuntamente a favor de toda la sociedad.
Quedan muy bien cuando se ponen de acuerdo para aplicar el artículo 155 de la Constitución en Cataluña. Pues quedarían mucho mejor si aquí mismo se dieran la mano y se hicieran juntos la foto cada vez que hay una ocasión favorable para ello. Seguro que los fanáticos sectarios de uno y otro partido no estarán de acuerdo, pero seguro también que el conjunto de la sociedad conquense sí lo vería de perlas.
Eso sí, el monasterio queda muy vistoso con su nueva iluminación exterior. Y la Feria del Libro funcionó muy bien. A pesar de las ausencias en uno y otro caso.

lunes, 21 de mayo de 2018

HUBO FERIA Y ESO ES LO QUE IMPORTA



Llegó, se abrieron las casetas, llegaron los niños, no llovió (apenas unas gotas) y tampoco hizo excesivo frío, de manera que lo mejor que se puede decir de la Feria del Libro de Cuenca, recién terminada, es que se ha podido celebrar, así, sencillamente y a fin de cuentas, eso es lo que importa. Lo demás es accesorio y forma parte del ritual cotidiano: que si el sitio elegido este año (la Plaza de España) es mejor o no que otros utilizados antes; que si la disposición de las casetas, mirando hacia fuera, no hubiera estado mejor formando un cuadro hacia dentro; que si los conquenses leemos poco o mucho, o haciendo una cosa u otra, si gastamos los euros convenientes en las librerías… O sea, lo de siempre. Pero más allá de este rosario de comentarios que forman parte inalterable del repertorio siempre vinculado a la Feria del Libro, lo meritorio es que haya vuelto a montarse y que la gente, el público, haya acudido. Hay otros ingredientes que también forman parte del entramado de esta convocatoria. Los autores, por ejemplo. Abundan las presentaciones de autores locales, casi todos nuevos (los veteranos o están cansados de publicar o han preferido guardarse los títulos en ciernes para otra ocasión más selectiva), aunque algún nombre consagrado sí ha querido pasear sus libros por el recinto ferial. Firmas de relumbrón también ha habido alguna, para satisfacer el morbo de los curiosones a la captura de un autógrafo. La semana ha cumplido con su obligación y eso, solo por eso, ya es cosa digna de ser anotada como meritoria.

domingo, 20 de mayo de 2018

REGALOS AJARDINADOS



Eso que se ve en la foto es real y verdaderamente lo que parece ser. No es un montaje fotográfico ni una manipulación visual de las que con tanta habilidad realizan los aficionados los manejos tecnológicos. No, eso que hay en la foto es una mierda auténtica, depositada hábilmente en el centro mismo del parque de San Julián, en el que antiguamente había jardineros y vigilantes y que ahora es campo libre para el desarrollo de cualquier fechoría. Como es deducible, nadie está atento, ni en ese sitio ni en ningún otro, para controlar este tipo de desmanes y como, por otro lado, los propietarios de perros no son siempre diligentes en recoger los detritos de sus queridos animales, pasa lo que pasa. Ah, y si en el parque hay niños jugando, pues que se fastidien. Así van las cosas en esta ciudad admirable.

sábado, 19 de mayo de 2018

UN BRINDIS AL SOL



         La proliferación de graffitis callejeros suscita diversas corrientes de opinión. Las gentes bienpensantes reaccionan, por lo general, de forma más bien intempestiva, con referencias concretas a la fealdad de esas pinturas (aunque hay algunas bellísimas, las cosas como son), el mal gusto de los mensajes (aunque también hay algunos con cierto contenido poético), la inconveniencia de andar pintarrajeando paredes o edificios públicos (y ahí sí que no hay mucha defensa) y la incompetencia de la autoridad municipal, ciertamente torpe a la hora de impedir o perseguir tales actuaciones presuntamente incívicas. En la otra parte están los partidarios de la libertad de expresión. Cuántas miserias, ay, se están cometiendo al amparo de este admirable concepto.
         Sin que yo esté en condiciones de poder establecer una comparación cuantitativa, asunto que requeriría complicados mecanismos de medición de número de pinturas existentes y porcentaje total de superficie afectada, sí parece que, a ojo de buen cubero, en la ciudad de Cuenca proliferan los mensajes en forma de graffitis, sin que tampoco haya una evidencia cierta de que eso se debe a la eficaz influencia de la facultad de Bellas Artes, cuyos efluvios artísticos y espíritu de creatividad se extienden hacia una gran parte de ciudadanos, seguramente jóvenes (pero no necesariamente) que, a falta de otros medios materiales para desarrollar su vocación recurren a estos mecanismos de libre expresión callejera para mostrar sus inquietudes pictóricas y, si hace falta, sociales.
         Lo que pasa es que, en ocasiones, a estos voluntarios del arte libre callejera se les va un poco la mano, como pasa con este letrero pintarrajeado en la fachada del edificio de los sindicatos, cuyo penoso aspecto invita poco a la alegría estética. Porque, las cosas como son, espíritu revolucionario, en Cuenca, hay poco, por no decir ninguno. Me temo que la invitación tan entusiasta contenida en ese mensaje no ha conmovido ni un ápice la sosegada y complaciente vida de la ciudadanía conquense. Vaya, lo que se dice un brindis al sol.



martes, 1 de mayo de 2018

LOS NAZIS LLEGAN A CUENCA



         Es un lugar común repetir que Cuenca es una ciudad (la provincia también) especialmente dotada para el rodaje de películas, a pesar de lo cual, la realidad viene a contradecir tan buenas opiniones, porque son escasísimos los ejemplos que se pueden citar, todos ellos bien conocidos.
            Estos días se ha estado rodando un nuevo cortometraje, El emisario, que dirige el profesor de la faculta de Bellas Artes Ignacio Oliva, uno de cuyos momentos más destacados ha sido la ambientación del Palacio Provincial como residencia oficial alemana, lo que ha obligado a desplegar la abundante iconografía habitual en el régimen nazi, banderas incluidas.
            El argumento relata un encuentro en Berlín entre el cuñado de Franco, Ramón Serrano Súñer, ministro de Asuntos Exteriores en el primer gobierno del régimen y el dirigente alemán Heinrich Himmler. Unas treinta personas, alumnos de la facultad de Bellas Artes de Cuenca, junto con cámaras y actores profesionales, entre ellos el conocido Pedro Casablanc, habitual en series de TV, están participando en el rodaje de este filme.
            Ignacio Oliva (Murcia, 1963) fue decano de la facultad de Bellas Artes de Cuenca entre 1991 y 1996 y tiene ya una larga trayectoria como investigador del proceso creativo a través de las imágenes, habiendo publicado docenas de artículos en revistas especializadas y varios libros sobre la materia. En el año 2011 y tras haber realizado algunos cortometrajes, rodó su primera película, La rosa de nadie, que fue estrenada comercialmente en Cuenca el 11 de mayo de ese año y que, a decir verdad, obtuvo muy escaso eco entre los aficionados y la crítica.
            Confiemos (confío) en que este nuevo intento de Ignacio Oliva por hacerse un hueco en el ámbito del cine tenga mejor suerte y El emisario consiga éxito y premio.


lunes, 30 de abril de 2018

LA REJA VOLADORA DE LA CALLE DE SAN PEDRO



La Real Academia Conquense de Artes y Letras (la RACAL, para entendernos) ha puesto el grito en el cielo y el dedo en la llaga denunciando la chapucera obra llevada a cabo en la fachada del edificio de la calle de San Pedro que ocupa el hotel Leonor de Aquitania, donde había dos rejas históricas, del siglo XVIII, colocadas de manera regular y ordenada a ambos lados de la puerta principal. Había, porque una de ella ha desaparecido de la noche a la mañana y, lo que quizá es todavía peor, sin tener en la mano la correspondiente licencia municipal y sin que la Comisión del Patrimonio se haya enterado de nada hasta que ha saltado la noticia.
Y digo que es lo peor porque si la obra (la chapuza) ya está mal, lo lamentable es que los organismos presuntamente responsables de cuidar el orden, el ornato, la belleza y, a fin de cuentas, la conservación de una ciudad que, como se dice de manera repetida y machacona, es Patrimonio de la Humanidad no estén al tanto de lo que sucede. El Ayuntamiento tiene un departamento de disciplina urbanística para vigilar que las obras se hagan de acuerdo con la normativa; tiene una Gerencia Municipal de Urbanismo a la que hay que pedir licencia de obras; y tiene una Policía Municipal (cierto que invisible) entre cuyas competencias se encuentra precisamente el control de las obras que se realizan en la ciudad. Y está, como es sabido, la Comisión del Patrimonio, que debe emitir informes en cada trabajo que se efectúe en el casco antiguo.
Pues de todo eso, nada de nada. Ahora, después del alboroto, el Ayuntamiento dice que ha abierto un expediente para investigar lo sucedido. Abrir expedientes es algo que las instituciones públicas hacen de continuo, pero nunca sabemos cómo se cierra. En este caso, el asunto es muy sencillo: no hay más que ir echando vistazos a la fachada del hotel, a ver si reaparece la reja o no.
Se admiten apuestas


domingo, 29 de abril de 2018

HUBO UNA CALLE TENIENTE GONZÁLEZ



En estos días, la popular y dicharachera alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, entre cuyas virtudes más destacadas no se encuentran la prudencia ni el presunto seny catalán, del que tanto alardean cuando les conviene, ha hecho una vez más al ridículo saliendo a la palestra de la manera irreflexiva que es marca de la casa para poner a parir al almirante Cervera, al que le han quitado su nombre de una calle, para poner otro más acorde con los tiempos confusos que vivimos. Eso está pasando todos los días, en todas partes, sólo que en este caso la alcaldesa de Barcelona se ha tomado la libertad de enjaretar unas cuantas lindezas a cuenta de la filiación fascista y conspirativa del almirante Cervera, durante su participación en el levantamiento militar de 1936.
       La señora Colau no sabía y, lo que es peor, ninguno de sus numerosos asesores le informó de que el vapuleado militar había muerto a comienzos del siglo (en 1909 exactamente) o sea, mucho antes de que Franco y sus colaboradoras pensaran siquiera en dar el golpe de Estado.
Con motivo de esta tontería política, una más de las muchas que están socavando la seguridad democrática del desconcertado pueblo español, sobre Colau ha caído toda clase de improperios sin que ella haya tenido la elegancia, el buen criterio y la sensatez de corregir sus estúpidos comentarios, propios de una ignorante inculta.
      Digo todo esto de la alcaldesa barcelonesa no por cebarme en ella, sino para aludir a sus colegas regidores de un sitio del interior mesetario, políticamente muy distantes de ella, pero coincidentes en su ignorancia. Porque también aquí, en Cuenca, tenemos nuestro bochorno particular solo que, a diferencia del de Barcelona, nadie, ni siquiera los militares, organizaron ningún escándalo. Ocurrió la cosa en el año 2010, cuando los concejales del Ayuntamiento de Cuenca, ignorantes de la historia de su ciudad y de sus gentes, decidieron ser más progresistas que nadie suprimiendo el nombre de Teniente González de la calle así llamada, entre Carretería y Colón. Y encima, que es lo peor, lo hicieron aludiendo a la ley de memoria histórica y a la conveniencia de suprimir del callejero nombres alusivos a los vencedores de la guerra civil.
     Pero sucede que el teniente Gregorio González Beamud había muerto en el año 1922 y no participando en ninguna intentona golpista, sino luchando en las colinas rifeñas próximas a Melilla, en la guerra contra los musulmanes que se libraba en aquellos años. Murió, cuentan las crónicas periodísticas, de manera heroica, al frente de una compañía del regimiento Mallorca, actuando de manera tal que consiguió salvar a gran parte de su columna, aunque él perdió allí la vida. Su ciudad natal le rindió un cálido homenaje al bautizar con su nombre la calle que hasta entonces se conocía como Callejón de la Misericordia. En aquel consistorio municipal figuraban liberales y socialistas, entre ellos Rodolfo Llopis, que se sumó abiertamente a la decisión.
     Casi un siglo después, la bobalicona ciudad de Cuenca le retiró la placa sin que en el seno del Ayuntamiento hubiera ni un solo concejal que, conocedor de la historia, ilustrara a sus colegas de la tontería que estaban cometiendo.

lunes, 23 de abril de 2018

LA SOMBRA DE VALDEGANGA



            De la lectura atenta que proporciona cada semana el interesante boletín de novedades literarias que nos ofrece Alfonso González Calero extraigo una breve noticia que anoto aquí, como curiosidad necesitada de mayor profundidad. Acaba de aparecer un libro titulado El Servicio de Sanidad de las Brigadas Internacionales, original de Francisco Fuster Ruiz y que edita el Instituto de Estudios Albacetenses. Se trata de una obra antigua, antiquísima, podríamos decir, en la que su autor estuvo trabajando más de cuarenta años. Ahora ve la luz y en ella el autor del prólogo, Antonio Selva Iniesta, director del Centro de Estudios y Documentación de las Brigadas Internacionales, señala que “el libro se publica con anotaciones quelo actualizan y con algunas correcciones como por ejemplo el Hospital de las Brigadas Internacionales en
Valdeganga, que tradicionalmente se localizaba en la provincia de Albacete y
que desde el CEDOBI hemos comprobado que no era esta la ubicación correcta, sino en Valdeganga de Cuenca”. De esta forma, con este breve comentario, el histórico y ya, por desgracia, ruinoso balneario de Valdeganga, revive de su triste destino actual para devolvernos, a través de su decrépita apariencia, a un tiempo, todavía no tan lejano, en que le cupo desempeñar un papel activo en aquel momento singular de la historia de España.


SONIDOS DEL GABINETE DE MÚSICA ELECTROACÚSTICA


            En todas partes, y con notable abundancia en la ciudad de Cuenca, hay guadianas, temas, cuestiones, singularmente culturales, que nacen, crecen un tiempo, desaparecen y, mucho más tarde, reaparecen con aparentes nuevos entusiasmos, que sus impulsores consideran suficiente para poder conseguir una continuidad prolongada, propósito que, por lo general, se quiebra otra vez al poco tiempo. No es exactamente ese el caso del Gabinete de Música Electroacústica, pero se le parece bastante. La diferencia es que sus promotores, singularmente Julio Sanz Vázquez, no ha parado ni un solo momento de mantener activa la idea, o proyecto, o lo que a estas alturas sea el GME.
Nos lo vuelve a recordar este 23 de abril, en que se cumple el 35 aniversario del día en que nació una propuesta tan singular como insólita en el panorama de la música española, donde solo existía, hasta esos momentos, algo parecido, el estudio Phonos de Barcelona, de manera que el anuncio de lo que surgía en Cuenca produjo, de inmediato, una enorme expectación en un sector ciertamente minoritario y muy especializado, pero de considerable interés. El Gabinete nació ligado al Conservatorio Profesional de Música de la Diputación Provincial de Cuenca que dirigía en esos momentos Pablo López de Osaba, personaje sin duda inquieto por todo lo que fuera novedoso y con suficientes relaciones en el mundo de la música moderna (Cristóbal Halffter, Luis de Pablos, Gabriel Brncic) para que el invento encontrara rápido apoyo no solo teórico, sino práctico, para incorporar las nuevas tecnologías que estaban revolucionando la música.
Durante estos años, desde el GME se organizaron los primeros cursos especializados de mú­sica electroacústica en un Conservato­rio Profesional de Música de España, con duraciones de dos y cuatro años de especialización en Composición Elec­troacústica, así como conciertos men­suales en el Conservatorio, en el Teatro Auditorio de Cuenca, en co­legios, en edificios públicos y privados, y en distintos espacios disponibles de la ciudad de Cuenca. De este modo, la música electroacústica se convirtió en algo cotidiano para los estu­diantes del Conservatorio, y también comenzó a ser considerado como algo habitual por su cotidiana presencia en la actividad cultural conquense.
Todo eso se quebró un mal día de 1998 con una serie de decisiones encadenadas por parte de la Diputación provincial que llevaron finalmente a la cancelación total del GME y al empaquetado de todo su material.  Desde entonces, el último responsable de la actividad, Julio Sanz Vázquez, viene ejerciendo como auténtico vigilante de los restos del naufragio. a través de la Asociación AVADI (Audio Video Arte Digital Interactivo) fundada en 1986 por el propio Julio Sanz con Matías Jiménez, que viene promoviendo diversas iniciativas para mantener vivo el proyecto de una iniciativa que fue pionera en España y que sigue esperando el momento de su recuperación.
            En ese terreno hay que citar la publicación reciente del libro Las colecciones del GME. Pasado, presente, futuro, que vino a ser una recopilación de todo lo sucedido desde entonces y una reivindicación de las posibilidades futuras que podría ofrecer un proyecto cultural de dimensión local, pero proyección internacional. En su redacción han participado Sylvia Molina, Javier Osona, Julio Sanz Vázquez, Daniel del Saz y Antonio J. Alcázar, estando la edición a cargo de José Ramón Alcalá y Vicente Jarque. Lo ha editado la Universidad de Castilla-La Mancha.

jueves, 19 de abril de 2018

HUBO UNA SALA LLAMADA EL ALMUDÍ



Cada vez que paso por las Escalerillas del Gallo no puedo evitar una mirada melancólica (o sea, un tanto entristecida) al pequeño receptáculo que hay junto a ella, cerrado, decrépito, en el que todavía aletea, como una mirada al pasado, el letrero que dice Sala El Almudí. Probablemente soy de los pocos que miran hacia ese lugar y quizá de los todavía menos que cae en la cuenta de lo que dice ese letrero. Claro que también hay que considerar que pertenezco al mínimo número de personas que tuvo algo que ver con esa sala y su  mantenimiento activo.
Todo lo que se refiere a tratar del pasado corre el riesgo de parecer como perteneciente a otro mundo, si tenemos en cuenta la rapidez, la aglomeración de sucesos que vienen condicionados por la actualidad de cada momento. Asumo ese riesgo y miro hacia atrás. Antes de que existieran muchas de las cosas que hoy conocemos, el Ayuntamiento preparó un mínimo recinto descuidado, en la planta baja y lateral de El Almudí, para que sirviera de sala de exposiciones y allí, en ella, aterrizamos un buen día unos cuantos aventureros de esa cosa insignificante que llamamos cultura. La abrimos con cuatro perras, sin presupuesto, sin dotación alguna, ni de material ni de personal y la pudimos mantener abierta un buen tiempo, hasta que llegaron posibilidades mejores y otras perspectivas ambientales.
En la fachada de este pequeño recinto sigue luciendo el letrero. Probablemente -ya lo he dicho- nadie lo lee, nadie cae en la cuenta de que en él se dice. Y quizá llegará un tiempo en que se olvide por completo lo que significa. Antes de que llegue ese momento, lo anoto aquí, para que se sepa. Si es que a alguien le importa.


martes, 17 de abril de 2018

QUÉ COSA ES LA DEMOCRACIA



Tantas páginas, libros ya, se han consumido desde que comenzó el suceso de Cataluña, que parece cosa de broma querer añadir algo más, siquiera unas líneas, desde este remoto lugar llamado Cuenca, tan ajeno a reivindicaciones, protestas o lo que sea que están pretendiendo los catalanes (la mitad de los catalanes, empeñados en pisotear a la otra mitad). Pero como el cuerpo me pide decir algo, lo diré, aunque sea cosa leve. Y es que desde que estamos siendo machacados, literalmente hablando, con este asunto, hay un aspecto, una palabra, que me tiene alterado, soliviantado o cualquier otro sinónimo que se quiera utilidad. Me sorprende el abuso desmedido que los independentistas hacen del concepto “democracia”. Lo tienen constantemente en la punta de la boca, como si ellos fueran los únicos demócratas, cuando en realidad lo que están haciendo es lo contrario, es decir, atropellar de manera constante los más sencillos y básicos principios de la democracia. En esto, como en tantas otras cosas, se aprecia la mano nefasta de Mariano Rajoy y sus compañeros de desventura gubernamental. Porque como se ha dicho de manera reiterada, el gran problema que venimos arrastrando en estos meses es la falta de capacidad que ha tenido el gobierno, desde el primer día, para desmontar el artificio de los independentistas y ejercer una sana labor pedagógica para hacer llegar a todo el mundo, empezando por los propios catalanes, la falacia de utilizar la palabra, el concepto democracia, para intentar implantar un sistema autoritario, una auténtica dictadura de unos sobre otros. La democracia es otra cosa, y bien lo sabemos los que durante muchos años no la tuvimos. Pero el gran fracaso de este insípido gobierno que padecemos es su falta de respuesta, su impotencia para llamar a las cosas por su nombre de verdad. Y así podemos asistir al bochornoso espectáculo de ver cada día como miles de personas pisotean la democracia, la de verdad, diciendo que son demócratas y que quieren la democracia. Y ahora, encima, van los sindicatos, oportunistas ellos, y se suman también al carro. Se ve que ya huelen la hora del reparto del botín.

lunes, 16 de abril de 2018

ENTRELÍNEAS, PARA APRENDER Y DISFRUTAR


Hay obras menores, pero muy meritorias. Hay trabajos que se cruzan ante nuestros ojos un día y otro, a lo largo de mucho tiempo y quizá por eso, por su frecuencia en llegar hasta nosotros, nos parece cosa tan habitual, tan enraizada en la existencia cotidiana, que apenas si se da valor o importancia a lo que significa. Lo pienso ahora, viendo la pequeña, sencilla, bonita, agradable revista Entrelíneas, que edita la Biblioteca Municipal de Cuenca, en cuyo último número, el de abril de este año, campea en lo más alto el número 127. Ese es un número importante, un número considerable, tras el que se esconde un trabajo sistemático, metódico y, sobre todo, constante. Esta es una palabra que, pese a formar parte del vocabulario habitual de los humanos, tiene un uso muy esporádico. Aquí mismo, en Cuenca, conocemos multitud de invenciones que solo han durado una edición y algunas, muchas también, dos o tres, antes de perderse en el limbo de los sueños frustrados. Entrelíneas llega al 127, para hablarnos de escritores, de libros, de novedades, de cosas que dicen quienes se dedican a este bonito oficio, además de comentarnos noticias y, en definitiva, de abrir nuestros horizontes para entremos en ese mundo tan atrayente, en el que muchos -ojalá pudiera decir todos- nos encontramos tan a gusto.


viernes, 13 de abril de 2018

REENCUENTRO CON ELVIRA DAUDET




Dediqué un comentario a Elvira Daudet el 22 de enero de 2015, en ese momento para celebrar su reaparición en el ámbito de las letras, tras un largo periodo de silencio y de escritura. Ahora llega otra noticia, relacionada con la aparición de un nuevo libro y eso es muy interesante porque quiere decir que la gran poeta (¿o se dice poetisas?) ha retomado de manera plena su actividad literaria y eso es una muy buena noticia. No conozco todavía el libro y por tanto no estoy en condiciones de escribir un comentario propio, pero tomaré el que le ha dedicado Alfonso González-Calero que me parece, a priori, coincidente con lo que yo mismo podría decir:

“La poesía de Elvira Daudet está atravesada en todos sus poros por la realidad, y por los elementos que la conforman: el dolor, el amor, el desamor, la lucha por la vida, la búsqueda de la verdad, etc. Periodista, curtida como corresponsal en diversos países y en numerosos medios (ABC, Pueblo, Informaciones, El Independiente, La Tarde de Madrid, etc.) Elvira Daudet suma más de 50 años de vinculación con la poesía; una poesía que nace de lo común, de la reflexión sobre lo humilde y sencillo de la vida; sobre el dolor que unifica a casi todos los humanos. El crítico literario, director de la editorial Bartleby que lo publica y prologuista del libro, Manuel Rico, la define como una “poeta de lectores devotos, emociones hondas, sentimentalidad a flor de piel y lenguaje forjado en la lectura atenta y renovada de nuestros clásicos”. Su acertado texto introductorio la sitúa en el contexto de la poesía femenina de la postguerra, con poca presencia en aquellos años, que ha ido afortunadamente equilibrándose después. Sus poemas son el reflejo de una mujer que ha luchado y vivido, y que con las palabras ha indagado en los sinsabores de la vida: “Me estoy desmoronando; ya no os sirvo//soy una vieja encina que disuelve la noche// Pero aunque lo parezca, no me rindo”.

Del amor y sus frutos amargos. Madrid, 2017. Editorial Bartleby. Introducción: Manuel Rico. 160 pp.



RECORDANDO A COLL



No hay en Cuenca mucha costumbre de colocar placas callejeras en recuerdo de que en tal sitio, esta casa o aquel lugar nació o vivió un escritor, menos aún un artista, y eso que de ambas especialidades hemos tenido algunos dignos ejemplares por aquí. Por eso, porque no hay costumbre, sorprende que al Ayuntamiento se le haya ocurrido (animado, eso sí, por la insistencia de algunos fieles devotos del protagonista) situar una placa de esas en la fachada del edificio en que, tras la guerra, y quedar abandonado por su madre, vivió el niño José Luis Coll. De ella salió, ya adulto, para emprender la aventura vital, a caballo entre el periodismo, la literatura y el espectáculo, que finalmente habría de darle un reconocido nombre y fama. La placa quedó al descubierto hace unos días, contando con la mínima presencia de un par de regidores municipales, otro par de amigos y varios familiares, incluida la viuda de Coll. Faltó el calor popular que siempre se agradece en estos eventos y faltó, desde luego, que en el Ayuntamiento hubiera una mínima preocupación estética para cuidar debidamente el sitio elegido y así la placa queda entre pintadas y colgajos de cables muy al estilo conquense. Pero salvo este puntazo crítico, siempre necesario en una ciudad tan descuidada, el detalle estuvo bien, sobre todo porque es algo tan insólito por aquí que llama la atención su puesta en práctica. Deberán pasar lustros hasta que una ceremonia así se repita, ya lo verán.


LA CRUZ YA ESTÁ TRANQUILA



Me pregunto si ha merecido la pena tanta resistencia, ese empecinamiento en mantener sobre la cruz la leyenda alusiva a José Antonio Primo de Rivera, con el añadido decorativo de yugos y flechas. Me pregunto si, sabiendo lo que al final debería ocurrir de todos modos, tenía alguna utilidad, no se si para la intimidad de alguien o para el bienestar colectivo, esa resistencia pasiva, ese negarse a acatar lo que dispone la ley, ese contencioso, largo y cansado, a través de los tribunales. Seguramente, alguien, o algunos, los que han mantenido esta situación un año tras otro, con su periódica cuota de aparición en los medios informativos, mientras corrían comentarios de acá para allá, habrá (o habrán) encontrado alguna satisfacción en este ridículo suceso.
Terminó la historieta. Al final, sucedió lo que desde el comienzo estaba señalando que debería suceder: ya no hay leyenda, ya no hay simbología fascista. Y, de paso, como estrambote final, esta Semana Santa, los turistas paseantes por la plaza del Obispo Valero no han tenido ocasión para burlarse ni para hacerse fotos que llevar en la galería del móvil para luego mostrarla alegremente en reuniones de amigos y comentar con jolgorio las cosas de Cuenca.
Ya no hay leyenda. La cruz, ahora, permanece solitaria, muy expresiva, acorde con lo que es el sitio, la esquina entre la catedral y el palacio episcopal. Y, de paso, han limpiado el lugar de las infames llamaradas de pintura que manos aviesas y torpes habían lanzado sobre él.
Y los que temían el alboroto incendiario de los nostálgicos del tiempo ido (y que no volverá, espero que nunca jamás) se han conformado con el habitual repertorio de mensajes insultantes, que esa parece ser la más extendida utilidad de las redes sociales. Luego, nada, paz y tranquilidad.
Verdaderamente, no merecía la pena tanto esfuerzo.


EN LA PÉRDIDA DE ANTONIO HERRERA




Desde su Sevilla natal, de la que salió para ocupar la cátedra de Geografía e Historia en el entonces recién creado instituto de Enseñanza Media “Hervás y Panduro”, en Cuenca y a la que regresó para permanecer ya en ella de manera constante, nos llega este primero de marzo la noticia de la muerte de Antonio Herrera García, dotado de la antigua y casi extinguida profunda vocación por la docencia junto con una inagotable capacidad hacia la búsqueda del conocimiento y la verdad. A pesar de nuestra diferencia de edad (tenía ya 90 años al fallecer) fuimos compañeros de residencia y convivencia en el Colegio Menor “Alonso de Ojeda”, donde pudimos compartir inenarrables veladas en torno a las cuestiones del momento pero, sobre todo, históricas, su pasión. De él aprendí lo que no se enseña en ningún aula en especial a desbrozar la esencia de las cosas y apartar las fútiles anécdotas que para muchos son el fundamento de sus relatos. Durante su estancia en Cuenca desarrolló una amplísima labor divulgadora en la prensa local sobre historiografía conquense, con recensiones de libros, trabajos de investigación, conferencias, etc. Esa labor, de extraordinaria importancia, quedó reflejada además en varias publicaciones. La primera, del máximo interés, fue la edición de una de sus conferencias, Cuenca musulmana (1966), el primer acercamiento serio y ordenado a uno de los periodos más apasionantes y a la vez más desconocidos de la historia de la provincia. En Hemeroteca Conquense (1969) realizó un índice sistemático de varias series de artículos de interés históricos publicados en diversas etapas en los periódicos locales, destacando en especial la serie dedicada a las biografías escritas por José M. Alvarez Martínez del Peral y la que lleva la firma de Juan Giménez de Aguilar. A estas dos publicaciones capitales se añadió en 1977 un trabajo de alta especialización, una Bibliografía Básica de títulos históricos sobre Cuenca, inserta en el volumen dedicado a publicar las actas del I Simposio Internacional de Historia de Cuenca. Veinte años después de su inicial publicación, siendo yo responsable de este sector en el Ayuntamiento de Cuenca, le propuse llevar a cabo una nueva edición que sirviera para recuperar ese texto y ponerlo al día, sacándolo del efectivo anonimato en que había sido escondido por su inicial edición. Mi sorpresa fue que no solo aceptó, con la bonhomía y excelente disposición que siempre tuvo hacia mí, sino que además me devolvía el texto original formado por 450 fichas con otras 200 más de nuevo cuño, haciendo así un total de 663 citas bibliográficas que configuran el que, para mi gusto, es uno de los libros más importantes editados en Cuenca en los últimos 25 años y del que me siento especialmente orgulloso, por haber sido responsable de su publicación y por permitirme confirmar en un hecho práctico la amistosa relación que durante cuatro inolvidables años tuve con la excelente persona que acaba de morir. Su peculiar sentido para la ironía, expresada con un inconfundible gracejo andaluz, me hace todavía sonreír desde la distancia, amainando así la tristeza que me produce su muerte.


MENOS ESTUDIOS Y MÁS MEDIDAS PRÁCTICAS (22-02-2018)




Con el aparato propagandístico habitual en estos casos, el Ayuntamiento pregona que está a punto de poner en marcha los complejos mecanismos burocráticos necesarios para poner en marcha un contrato cuyo alambicado título insinúa de qué se trata. Ahí es nada: servicios de consultoría y asistencia técnica de apoyo para el diseño e implantación de un modelo de gestión de destino turístico sostenible en el municipio de Cuenca, asunto que incluye también el diseño de una nueva plataforma web de promoción y gestión turística de la ciudad. Ahorro añadir aquí el resto de la palabrería que acompaña a la noticia y que cualquiera puede encontrar en las páginas de los digitales que no tienen empacho en reproducir sin límite ni tasa este tipo de cosas.
Como es natural, el encargo incluye una serie de cosas ya vistas, empezando por analizar la situación del sector turístico de Cuenca y hacer un análisis, bla, bla, bla de lo que todo el mundo sabe porque, entre otras cosas, se ha hecho ya repetidas veces, pero da lo mismo. Cada vez que se pone en marcha un proyecto de este tipo se empieza por el mismo sitio y se repiten los mismos pasos del proceso, que se podrían ahorrar, por economía de tiempo y dinero, simplemente retomando lo que hizo el equipo anterior.
Aunque, como es obvio, soy pesimista sobre este tipo de estudios que nunca llegan a ningún puerto concreto, no soy tan cerril como para negar por completo su viabilidad. Imagino que entre las conclusiones figurará un programa práctico para llevar a cabo, de manera inmediata y urgente, un cambio completo en la infame señalización presuntamente turística que desde hace más de diez años viene mancillando las calles de Cuenca con su lamentable aspecto. No solo han quedado completamente anticuadas sus indicaciones sino que el desaliño, el desgaste y la porquería que las envuelve hacen de ellos todo lo contrario que se espera de un soporte de información turística. Para cambiarlo, no hace falta ningún estudio ni proyecto. Basta con hacerlo. Mejor dicho: basta con querer hacerlo. Y ahí nos duele.


UN GESTO AMISTOSO (19-02-2018)




De vez en cuando intento tranquilizar mi conciencia justiciera dejando un donativo en las manos o las bandejas de quienes en las calles de Cuenca tienen necesidad de mendigar, o pedir limosna, o caridad o como se le quiera llamar, según establezca en estos momentos la normativa del buen uso del idioma, para no molestar. De todos los problemas de injusticia que hay en nuestra sociedad, y son tantos que no merece la pena enumerarlos aquí, el más sangrante me parece el de la presencia de estas personas a las que, estoy seguro, no hace ninguna gracia tener que plantarse en una acera a esperar que les llegue unos cuantos euros con los que poder sobrevivir en el día a día y ello a pesar de la sangrante opinión, burdamente expresada no hace mucho por un actual concejal del Ayuntamiento, de que quienes duermen en la calle o en el vestíbulo de un banco lo hacen ejerciendo su derecho a la libertad de dormir donde mejor les parezca. Los intentos de corregir semejante patochada no han servido para suavizar el escándalo promovido ni la opinión que tenemos de él. Para mí, desde siempre, la visión de estas personas acogidas a la variable generosidad de los transeúntes ha sido el mayor escándalo colectivo que puede ofrecer la sociedad de consumo, capitalista y bien vestida, que formamos los demás. Nunca debería haber nadie que tuviera la necesidad de extender su mano, o ampararse en un letrero en demanda de auxilio y protección. Siento que mi pequeño óbolo no puede en modo alguno solucionar el problema de tantos, pero quisiera creer que algo ayuda, sobre todo si, como acostumbro, va acompañado de una frase amistosa. Así está el país.

REAL ALARCÓN, HABITANDO EN EL OLVIDO (16-02-2018)


            En ocasiones me pregunto por qué la sociedad, en general, y los estamentos rectores de la cosa pública, tratan de tan desigual manera a unos y otros, dando por supuesto que esos unos y otros a los que me refiero aparentan haber mostrado los mismos méritos para ser reconocidos. En vida ya se producen notables agravios pero la cosa es más llamativa cuando llega la muerte y comprobamos que hay casos donde la parafernalia oficial y oficialista se desvive en manifestaciones grandilocuentes, incluida la rápida designación de calles o rincones para recordar al fallecido mientras que en otros se produce un silencio muy llamativo. Naturalmente, la explicación es que ante la falta de criterios objetivos asentados en las instituciones, si hay alguien que da la vara exponiendo los méritos del muerto, los capitostes de la cosa pública asienten y entran al trapo.

            Ha pasado 2017 y nadie, a ningún nivel, ha recordado que cien años atrás nació en Cuenca Manuel Real Alarcón, profesor mercantil, crítico de arte, pintor y ceramista, especializado en la elaboración de mosaicos, actividad que desarrolló en Valencia, con obra expuesta en el Museo Nacional de Cerámica instalado en el Palacio del marqués de Dos Aguas, aunque su obra literaria estuvo siempre referida a la provincia de Cuenca, a la que también dedicó maravillosas series de mosaicos. Aunque nacido en el centro urbano de la capital, en Carretería, sus ancestros le vinculan a la Manchuela, escenario y paisaje que plasmará en multitud de mosaicos en los que recoge no solo el entorno geográfico y urbano sino también las faenas agrícolas que, en conjunto, forman un impresionante muestrario de vivencias humanas y plásticas. En el Museo de Cuenca hay varias colecciones de mosaicos que reflejan personajes y actividades laborales de la provincia, como madereros, aguadores, pastores, etc., además de otra dedicada a castillos de la provincia, con la que se organizó una exposición en el año 2001. En el  Ayuntamiento de Campillo de Altobuey hay otra serie dedicada a paisajes de la Manchuela. De sus libros recuerdo aquí y ahora Pueblos de mi Cuenca y Cuenca apasionada, dos volúmenes que no son de literatura barata, sino que aportan muy valiosas observaciones sobre su tierra natal. La misma en la que no parece conservarse ninguna memoria de este artista singular.

PROBLEMILLAS CON LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN (15-02-2018)



            No corren buenos tiempos para la libertad de expresión, que se reclama de forma contundente cuando alguien quiere insultar al rey o quemar una bandera de España pero que, sin embargo, aparece coartada, condicionada, limitada o como se quiera decir y no solo desde el poder, sino a través de instancias más domésticas, incluyendo la abundancia de aspirantes al cargo de inquisidor, seres vigilantes que ponen el grito en el cielo en cuanto una palabra, una frase, un gesto o una imagen vienen a alterar el sentido sacrosanto que ellos tienen del orden establecido.
            Ello es especialmente aplicable a quienes escriben -escribimos- en periódicos de papel o en cualquiera de los modernos sistemas de difusión de ideas, pensamientos y noticias, pero parece que en estos casos la libertad de expresión debe quedar condicionada a lo que decida el tribunal justiciero de los censores inquisitoriales. Como en los buenos tiempos.
            Se están produciendo muchos ejemplos. El de Javier Marías a cuenta de su último artículo en el semanal de El País ha sido muy sonado. Probablemente, en este caso y en todos los que se puedan traer a colación, no todos los lectores están totalmente de acuerdo al cien por cien con lo que dice el articulista, pero ello no es motivo suficiente para denigrarlo, insultarlo o llegar prácticamente a pedir su cabeza, pues en eso consisten las apelaciones furibundas a pretender del periódico que deje de publicar los trabajos de este o aquel escritor. Pero, en el caso que nos ocupa, el razonamiento de Marías, a cuenta de las estupideces que están circulando por un estúpido feminismo que anda confundiendo unas cosas con otras, estaba muy puesto en razón y es coincidente con lo que pensamos muchas otras personas.
            Pero aparte el punto concreto, se puede aplicar (y es conveniente recordarlo en tiempos tan confusos) la máxima atribuida a Voltaire: “Estoy en desacuerdo con lo que usted dice, pero defenderá hasta la muerte su derecho a decirlo”, según cuenta la biógrafa del filósofo francés Evelyn Beatrice Hall, y que Winston Churchill ayudó a difundir en una célebre polémica en el Parlamento británico, respondiendo a un colega de la oposición que estaba sacando los pies del tiesto.


MAREANDO LA PERDIZ DE LA FERIA (14-02-2018)




Hace un año, más o menos, escribí un artículo, publicado en La Tribuna de Cuenca en el que, comentando las perspectivas inmediatas de la Feria del Libro, entonces en preparación, que iba a ser trasladada nuevamente al parque de San Julián, pedía (o sugería) que no la tocaran más, como a la rosa juanramoniana, dejándola ya en paz y fija en un sitio y poniendo así fin al carácter itinerante que viene teniendo desde que empezaron a zarandearla de acá para allá.
Como es natural, quienes escribimos y opinamos no debemos tener la menor esperanza en que nuestras ideas sean recibidas benévolamente por quienes tienen la capacidad decisoria, a saber, los sabios y todopoderosos integrantes del gremio político. Cincuenta años de ejercicio periodístico avalan de sobra mi convencimiento en la inutilidad de lo que podamos decir o escribir. En este caso, también.
En un alarde de imaginación a la búsqueda del más difícil todavía, el estamento promotor y organizador de la Feria del Libro de Cuenca ha decidido ensayar una nueva ubicación. Tras haber pasado sucesivamente por el recinto ferial de La Hípica, la calle Aguirre, los jardines de la Diputación provincial, la Plaza Mayor de Cuenca y el parque de San Julián, para este año han puesto sus ojos en la árida Plaza de España, donde las casetas de librerías podrán coexistir en amistosa francachela con el botellón nocturno que señorea ese lugar, a la sombra del decrépito mercado municipal y bajo el paraguas vigilante de la  severa autoridad gubernativa
Me repito y vuelvo a decir lo del año pasado: estaría bien dejar de marear la perdiz y en su lugar hacer votos para establecer un sitio fijo y definitivo. Hágase una encuesta o sondeo, háblase con libreros, editores, escritores, bibliotecarios y lectores, sobre todo con los lectores, especie en claro retroceso, a quienes conviene oír atentamente para saber qué prefieren y a dónde les gustaría ir para contemplar, hojear y, si es posible, comprar, libros. Y póngase fin a este lacrimógeno vagabundeo por calles, jardines y plazas. Vaya, que no es tan difícil resolver lo que en tantos otros lugares han podido hacer.

VANDALISMO, INCULTURA, GRACIOSOS (12-02-2019)




Una vez más, y parece que van ya seis, la escultura dedicada a Don Quijote, situada en un lateral del Centro Cultural Aguirre, ha sido víctima de un ataque vandálico realizado el pasado fin de semana, naturalmente por algún o algunos individuos incontrolados que no han sido identificados por la inexistente vigilancia policial que deja en el más absoluto desamparo a las calles de Cuenca.

La escultura, realizada por el herrero José Luis Martínez, fue ubicada en este lugar en abril de 2015, para conmemorar el décimo aniversario de la Biblioteca Municipal y coincidiendo con el centenario de la edición del Quijote. En esta ocasión, el atentado, seguramente uno de los festejos propios de las celebraciones del carnaval, ha consistido en arrancar el brazo derecho de la figura junto con la lanza, que posteriormente fue arrojada en los jardines de Diputación. El artista, naturalmente desengañado y triste, se plantea si merece la pena volver a rehacer la figura, temeroso, como es lógico, de que el destino que le espera sea el de la repetición de los ataques. Porque, sencillamente, así están las cosas, en muchas partes del mundo pero, desde luego, en la benemérita ciudad de Cuenca.