La forma
de trabajar en los medios informativos ha cambiado de manera sustancial en los últimos
años; más aún, de una forma muy apresurada en los años más recientes. Se nota
sobre todo en los medios audiovisuales, cuyos informadores se ven obligados a
reducir sus intervenciones a la mínima expresión temporal. Algunos alcanzan un
verdadero prodigio de síntesis, como ocurre en los informativos de Telecinco,
en los que una noticia es ese, una frase en que se vierten unos hechos, sin más
explicaciones ni florilegios, dejando en el aire todo lo que, en buena lógica,
debería venir a complementar la síntesis que se nos ofrece. Este planteamiento,
común ya a todos, encuentra una sonora dificultad cuando el hecho noticiable
alcanza cierta complejidad que, en buena lógica, obligaría al redactor de turno
a explayarse un poco en las explicaciones pero, claro, le han dado 15-20
segundos y no hay más cera que la que arde. Situado ante unos hechos complejos –por
ejemplo, el reciente terremoto en Italia- y forzado a sintetizar, el informador
recurre a un latiguillo natural: “Pueden ustedes imaginarse lo que está
sucediendo”. Y eso, tal cual, lo dicen uno y otro y otra, mientras las imágenes
nos muestran destrucciones, pateras, supervivientes, niños destrozados en
Siria, mujeres maltratadas por los islamistas, las mil calamidades que afronta
nuestro mundo. “Pueden ustedes imaginar lo que está sucediendo”, exclaman los
reporteros, renunciando a las palabras, ese gran don del ser humano, para dejar
que nuestras mentes suplan lo que ellos no dicen. Pues miren ustedes, no, no
quiero imaginarlo. Quiero que me lo cuenten, que siga vivo y activo el enorme
arte de la narración oral informativa, uno de los pilares del sistema de
comunicación que ha venido a ser un soporte fundamental de nuestro tiempo y de
la libertad de conocimiento y comprensión. Lo siento por ellos, maltratados por
sus emisoras, pero no tienen más remedio que esforzarse y contarlo todo, aunque
sea en 15 segundos.
José Luis Muñoz. Una visión permanente sobre las circunstancias de la vida cultural en Cuenca, comentada con espíritu comprensivo y un punto crítico. Literatura, arte, patrimonio, cuestiones cotidianas, a través de la mirada de un veterano periodista.
lunes, 5 de septiembre de 2016
sábado, 3 de septiembre de 2016
ARTE Y ALEGRÍA EN LA CALLE
Repasando
viejos materiales gráficos (viejos: de hace tres meses, pero en estos tiempos
lo que no es de ahora mismo ya resulta anticuado) he encontrado varias imágenes
tomadas durante la Feria del Libro. No tenía cámara en esos momentos, pero vi
que Araceli, la chica que trabaja en la librería de Fernando Evangelio, sí
estaba haciendo fotos y le pedí copias. Era un espectáculo maravilloso,
creativo, alegre, innovador, moderno, un delicioso juego de música, danza y
movimiento, ocupando la Plaza Mayor, sin aparente preparación previa, y sin que
necesitaran muchos aparatos de luz y sonido, como parece que siempre son
necesarios en tales exhibiciones. Pues no, era toda limpio, directo, espontáneo,
pero muy bien preparado, agradable, simpático, alegre, un toque de vida en el
desangelado ambiente de las casetas. Eran, que no lo he dicho todavía, los
chicos de la Escuela de Arte “Cruz Novillo”, que se están convirtiendo en auténticos
dinamizadores de la vida cultural de la parte alta, porque lo mismo están
dispuestos para un cosido que para un descosido, para el arte, el teatro, la música,
la fotografía, la danza o lo que haga falta. Dentro de unos días volverá a
comenzar el curso y ellos también, imagino, regresarán para coger las riendas
de su entusiasmo juvenil, puro dinamismo, para intentar que esta ciudad se
amuerme un poco menos de lo habitual.
viernes, 2 de septiembre de 2016
LAS COSAS VUELVEN A SU SER NATURAL
Se acabó
lo de mirar al cielo y hacer especulaciones. Se acabaron los comentarios
callejeros, generalmente sorprendidos, sobre el increíble calor de este verano.
Ya no habrá más apuestas acerca si en agosto llovería algún día, como ha sido
siempre tradición en esta ciudad, sobre todo si esa tarde se habían anunciado
toros. No hará falta mirar por la ventana antes de salir a la calle por si
acaso haría falta coger el paraguas. Y también se acabaron las reservas a la
hora de coger una silla en las terrazas, por si acaso. Ni siquiera he hecho
falta salir a la calle en horas nocturnas con un jersey o una rebeca,
imprescindible siempre en Cuenca. Todo eso ya pasó y, en efecto, con gran
sorpresa del personal, con asombro de la mayoría y contento de la minoría a la
que gusta el calor del sol estival, el mes de agosto pasó sin sobresaltos, ni
tormentas, ni ventoleras. Cumplió su obligación, la que tiene de ser el mes más
caluroso del año, el preferido para las vacaciones, el que sirve para que
hoteles, restaurante, bares y guías turísticos hagan eso, el agosto. Como si el
calendario supiera de tópicos y medias verdades, ha entrado septiembre y todo
eso se ha ido al garete. Aquí están ya las primeras lluvias. Se acabaron las
terrazas y el plácido paseo ribereño. ¿Volverán las oscuras golondrinas, la
placidez de las temperaturas, el sosiego ambiental? ¿O ya nos tenemos que
despedir de todo eso para afrontar, ay, el duro tiempo que se avecina?. Los
hombres (y mujeres) del tiempo aún nos consuelan asegurando que en los próximos
días volverán a subir las temperaturas. No se si creerlo.
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