lunes, 5 de septiembre de 2016

QUIERO QUE ME LO CUENTEN




            La forma de trabajar en los medios informativos ha cambiado de manera sustancial en los últimos años; más aún, de una forma muy apresurada en los años más recientes. Se nota sobre todo en los medios audiovisuales, cuyos informadores se ven obligados a reducir sus intervenciones a la mínima expresión temporal. Algunos alcanzan un verdadero prodigio de síntesis, como ocurre en los informativos de Telecinco, en los que una noticia es ese, una frase en que se vierten unos hechos, sin más explicaciones ni florilegios, dejando en el aire todo lo que, en buena lógica, debería venir a complementar la síntesis que se nos ofrece. Este planteamiento, común ya a todos, encuentra una sonora dificultad cuando el hecho noticiable alcanza cierta complejidad que, en buena lógica, obligaría al redactor de turno a explayarse un poco en las explicaciones pero, claro, le han dado 15-20 segundos y no hay más cera que la que arde. Situado ante unos hechos complejos –por ejemplo, el reciente terremoto en Italia- y forzado a sintetizar, el informador recurre a un latiguillo natural: “Pueden ustedes imaginarse lo que está sucediendo”. Y eso, tal cual, lo dicen uno y otro y otra, mientras las imágenes nos muestran destrucciones, pateras, supervivientes, niños destrozados en Siria, mujeres maltratadas por los islamistas, las mil calamidades que afronta nuestro mundo. “Pueden ustedes imaginar lo que está sucediendo”, exclaman los reporteros, renunciando a las palabras, ese gran don del ser humano, para dejar que nuestras mentes suplan lo que ellos no dicen. Pues miren ustedes, no, no quiero imaginarlo. Quiero que me lo cuenten, que siga vivo y activo el enorme arte de la narración oral informativa, uno de los pilares del sistema de comunicación que ha venido a ser un soporte fundamental de nuestro tiempo y de la libertad de conocimiento y comprensión. Lo siento por ellos, maltratados por sus emisoras, pero no tienen más remedio que esforzarse y contarlo todo, aunque sea en 15 segundos.



sábado, 3 de septiembre de 2016

ARTE Y ALEGRÍA EN LA CALLE


            Repasando viejos materiales gráficos (viejos: de hace tres meses, pero en estos tiempos lo que no es de ahora mismo ya resulta anticuado) he encontrado varias imágenes tomadas durante la Feria del Libro. No tenía cámara en esos momentos, pero vi que Araceli, la chica que trabaja en la librería de Fernando Evangelio, sí estaba haciendo fotos y le pedí copias. Era un espectáculo maravilloso, creativo, alegre, innovador, moderno, un delicioso juego de música, danza y movimiento, ocupando la Plaza Mayor, sin aparente preparación previa, y sin que necesitaran muchos aparatos de luz y sonido, como parece que siempre son necesarios en tales exhibiciones. Pues no, era toda limpio, directo, espontáneo, pero muy bien preparado, agradable, simpático, alegre, un toque de vida en el desangelado ambiente de las casetas. Eran, que no lo he dicho todavía, los chicos de la Escuela de Arte “Cruz Novillo”, que se están convirtiendo en auténticos dinamizadores de la vida cultural de la parte alta, porque lo mismo están dispuestos para un cosido que para un descosido, para el arte, el teatro, la música, la fotografía, la danza o lo que haga falta. Dentro de unos días volverá a comenzar el curso y ellos también, imagino, regresarán para coger las riendas de su entusiasmo juvenil, puro dinamismo, para intentar que esta ciudad se amuerme un poco menos de lo habitual.




viernes, 2 de septiembre de 2016

LAS COSAS VUELVEN A SU SER NATURAL





           Se acabó lo de mirar al cielo y hacer especulaciones. Se acabaron los comentarios callejeros, generalmente sorprendidos, sobre el increíble calor de este verano. Ya no habrá más apuestas acerca si en agosto llovería algún día, como ha sido siempre tradición en esta ciudad, sobre todo si esa tarde se habían anunciado toros. No hará falta mirar por la ventana antes de salir a la calle por si acaso haría falta coger el paraguas. Y también se acabaron las reservas a la hora de coger una silla en las terrazas, por si acaso. Ni siquiera he hecho falta salir a la calle en horas nocturnas con un jersey o una rebeca, imprescindible siempre en Cuenca. Todo eso ya pasó y, en efecto, con gran sorpresa del personal, con asombro de la mayoría y contento de la minoría a la que gusta el calor del sol estival, el mes de agosto pasó sin sobresaltos, ni tormentas, ni ventoleras. Cumplió su obligación, la que tiene de ser el mes más caluroso del año, el preferido para las vacaciones, el que sirve para que hoteles, restaurante, bares y guías turísticos hagan eso, el agosto. Como si el calendario supiera de tópicos y medias verdades, ha entrado septiembre y todo eso se ha ido al garete. Aquí están ya las primeras lluvias. Se acabaron las terrazas y el plácido paseo ribereño. ¿Volverán las oscuras golondrinas, la placidez de las temperaturas, el sosiego ambiental? ¿O ya nos tenemos que despedir de todo eso para afrontar, ay, el duro tiempo que se avecina?. Los hombres (y mujeres) del tiempo aún nos consuelan asegurando que en los próximos días volverán a subir las temperaturas. No se si creerlo.