viernes, 2 de diciembre de 2016

TODOS UNIDOS CLAMAN LOS DESUNIDOS




            No es cosa nueva, sino de hace mucho, pero como en los últimos tiempos se han producido varias declaraciones orientadas en el mismo sentido, me parece momento oportuno para anotar aquí algunas palabras. Utilizaré para ello una de esas frases, sin señalar a quien la dijo, porque eso es indiferente: ya digo que hay bastantes similares, de contenido parecido. La frase en cuestión es: “Cuenca tiene grandes posibilidades pero falta definir productos viables en los que todo el mundo trabaje unido”.
            Veamos los tres elementos de esta declaración:
            1, Cuenca tiene grandes posibilidades.
            2, Falta definir productos viables.
            3, Todo el mundo debe trabajar unido.
            Cualquiera de nosotros, fieles lectores amigos o visitantes ocasionales de esta página, seguro que está de acuerdo con cada uno de estos tres segmentos de opinión. La primera es obvia, evidente. La ciudad, su estructura urbano-paisajística-monumental, la epidermis, el interior, lo que subyace y lo que se mueve, viene acumulando interesantes posibilidades, desde hace generaciones, que están ahí, vírgenes, intocadas, runruneando al compás de algunas caricias amistosas.
            ¿Y qué decir del segundo componente de la trilogía? Esa es la madre del cordero, como sabemos bien quienes, en alguna etapa de nuestras vidas, hemos estado en algún puesto de responsabilidad, intentando convencer (aún lo he hecho una vez más, no hace ni quince días) de que la ciudad no hace más que desperdiciar ocasiones por un suicida afán de desparramar ideas a diestro y siniestro, repartiendo migajas inversoras que no producen ningún beneficio, en vez de aplicar los esfuerzos a definir unos cuantos proyectos que deberían merecer todo el esfuerzo posible.
            Y claro que todo el mundo debe trabajar unido, algo imposible hasta ahora en esta ciudad, plagada de reinos de taifas culturales, grupitos o grupúsculos que se alimentan de ellos mismos, nada más. Quien pertenece a uno de esos grupos va a sus actividades pero no a las de los demás, para no quedar contaminados. Cada bando se retroalimenta de sus propios placeres, ignorando si hay otros en lugares distintos. Y eso es, también, lo que vienen haciendo quienes apelan a la unidad. Unidad, sí, todos unidos, pero bajo mi férula, que es la más valiosa y la que importa. ¿Los demás? Que se sumen. Así estaremos todos unidos.



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