En un acto de inconcebible torpeza, el gobierno
regional anunció dos cosas a comienzos de la semana que ahora termina: por un
lado, la formación de una serie de comisiones de trabajo para elaborar lo que
se denomina un Plan Estratégico de Cultura para el periodo inmediato,
implicando en el mismo a distintos especialistas en los diversos sectores
(teatro, música, danza, cine…). Aunque los escépticos pensamos que esos planes
no sirven para mucho, sólo para teorizar sobre cuestiones obvias y entretener
al personal con noticias periódicas en torno a su lenta elaboración, sí tienen
la virtualidad de remover un poco el ánimo generalmente alicaído de quienes se
dedican a estas cuestiones, al pensar que con esas conversaciones puede
activarse un sector de actividad, la cultura, que ciertamente no pasa por sus
mejores momentos entre nosotros.
Pero a continuación, con un margen de solo 24
horas, el mismo gobierno regional que lanzaba las campanas al vuelo con la
anterior noticia, difundía otra que dejó ciertamente en situación de pasmo
catatónico a todo el mundo: suspender, así dicho, radicalmente, suspender la
programación de otoño en la red de teatros de Castilla-La Mancha, obligando a
los teatros a devolver entradas vendidas y a las compañías contratadas a salir
a las calles a pedir limosna para sobrevivir los próximos meses. El pretexto
del gobierno actual (PSOE) es el mismo de siempre, el que utilizan todos para
disimular su incompetencia: acusar al anterior (PP) de no haber presupuestado
lo suficiente. Como eso lo hacen todos
no se de qué se sorprenden. Y menos aún se puede entender que este mismo
gobierno, que durante los últimos meses ha estado recuperando (¡sin presupuesto
suficiente!) lo que el otro había suprimido en escuelas, dependencia, sanidad,
interinos, etc., no pueda encontrar los pocos euros necesarios para mantener
abiertos los teatros y auditorios de los pueblos de la Comunidad Autónoma (el
de Cuenca no está afectado porque se encuentra fuera de la red).
El escándalo ha sido superlativo, mayúsculo, con
repercusión en la prensa nacional, en las redes sociales y en los colectivos
implicados, tanto ayuntamientos como compañías artísticas y, por supuesto, el
público. Con la consecuencia natural de que a las 24 horas, en vista de la
movida generalizada, los señores de Fuensalida han dado macha atrás apresurada
para decir lo que deberían haber tenido en cuenta al comienzo: vamos a buscar
el dinero y ya lo encontraremos. Porque, a pesar de lo que se pueda creer, el
dinero público siempre aparece, aunque esté escondido en los más turbios
vericuetos del presupuesto.
Se podían haber ahorrado el jaleo y el sobresalto
aplicando la más apreciada virtud del ejercicio político: la prudencia. Un bien
escaso en un escenario por el que transita tanta torpeza.
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