martes, 19 de mayo de 2015

CIEN AÑOS NO ES NADA



            Estos días se nos recuerda, por diversos medios, que Orson Welles hubiera cumplido cien años este en el que estamos, el 6 de mayo exactamente (murió el 10 de octubre de 1985) y ello da pie, como sucede en todos los centenarios, para realizar una ceremonia de homenaje generalizado cosa que tiene siempre indudables beneficios, porque nos permite traer al primer plano figuras o acciones que permanecían ocultas en el silencio y así, de esa forma, podemos recuperar imágenes, palabras, artículos, incluso experiencias. La obra cumbre de Orson Welles sigue siendo su primera y sorprendente película, Ciudadano Kane. Él había llegado al cine en plena juventud, tras una larga experiencia, muy activa, en el teatro y en la radio (¿cómo no aludir a su espectacular emisión radiofónica, La guerra de los mundos? y sin tener apenas conocimiento del medio en que se sumergía dio vida a una obra absolutamente genial y rompedora, tanto en el aspecto técnico, con atrevidas innovaciones estéticas y de montaje, como en la atrevida incursión en el mundo del periodismo y la política, al tomar como referencia a un personaje considerado desde siempre como el paradigma de la interrelación entre prensa y poder, William Randolph Hearts. Ciudadano Kane fue estrenada el 1 de mayo de 1941 en Nueva York y pronto alcanzó los niveles de auténtico y polémico éxito, precisamente por los dos factores ya señalados, o sea, su atrevida expresión plástica, totalmente renovadora de la estética cinematográfica y la osadía de su planteamiento argumental. Circunstancias ambas, amén de otras consideraciones, que influyeron en la férrea censura del franquismo para ponerla en la lista de películas indignas de ser vistas en las pudibundas pantallas españolas, permaneciendo en esa situación de exilio, para alegría de los afortunados que podían viajar al extranjero, hasta su estreno nacional el 21 de febrero de 1966 en Barcelona y un mes más tarde, el 25 de marzo, en Madrid. Que una película se estrene oficialmente en España no quiere decir que eso se pueda trasladar completamente al territorio español, pues ya se sabe que en este país hay sitios y sitios, de manera que los cines de Cuenca consideraron que el espectador conquense, siempre de segunda o tercera fila, no estaba en condiciones mentales (o morales, cualquiera sabe) de contemplar la que estaba llamada a ser la mejor película de la historia del cine, posición de privilegio que aún sigue ocupando cuando se promueven este tipo de clasificaciones. Hubo que esperar a la llegada de un Cine Club, el Chaplin, para que el 9 de octubre de 1973 Ciudadano Kane pudiera verse en la ciudad conquense, a la que volvió diez años más tarde, el 25 de febrero de 1983, también al Cine Club. No estaría mal volver a recuperarla, porque los públicos han cambiado y las nuevas generaciones de aficionados tienen derecho a verla en pantalla grande, no solo a través del ordenador, la tableta o, como mucho, la TV. Aunque hay que recordar que Welles ya recibió, por adelantado, la felicitación del centenario hace unos meses, porque proyectamos otra de sus grandes obras maestras, El proceso, como cierre de la temporada anterior. Pero claro, todo eso queda circunscrito, lo diré una vez más, al ámbito del Cine Club que, aunque amplio en número, queda reservado a sus propios socios. El resto, la generalidad de la afición, queda al margen, ni se entera ni tiene posibilidades de acceder a estas películas. Y es que los cines comerciales están para otra cosa.


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