domingo, 15 de marzo de 2015

EL GRECO, EN LA CLARIDAD


Domingo, 15 de marzo

Permanece abierta todavía, aunque ya por poco tiempo (termina el 12 de abril) la singular exposición dedicada a la presencia de El Greco en Cuenca, a partir de las dos tablas procedentes de las iglesias de Huete y Las Pedroñeras, ahora conservadas en el Museo Diocesano, exposición a la que ya dediqué un comentario en su momento, aunque no importa reiterar aquí algunas de las cosas entonces dichas, sobre todo en lo que tiene que ver con la calurosa recomendación a todo el mundo, especialmente a quienes no son visitantes habituales del Museo para que se acerquen a verlo, con este pretexto o con cualquier otro, pues cualquiera es bueno en finalidad tan recomendable. La ocasión para volver a este tema (aparte el recordatorio sobre su próxima finalización) viene de la mano de la edición de un libro de importancia considerable, que bien puede considerarse como el catálogo de la exposición, aunque no reciba nombra tan preciso. Su autor y responsable es el mismo que asumió la tarea de preparar y comisariar la exposición, el profesor Pedro Miguel Ibáñez, a quien con toda justicia se le puede adjudicar el título de máximo conocedor del arte conquense y en Cuenca durante los siglos más brillantes de la cultura nacional, espacio temporal en el que se inscribe la presencia en España del pintor cretense finalmente asentado en Toledo. Pero nada de este es preciso seguir repitiendo, después de un año plagado de referencias al hilo del cuatro centenario de la muerte del artista y teniendo en cuenta los fastos celebrados. El propósito, ahora, es señalar y destacar con el énfasis preciso el contenido de este libro, que lleva el mismo título de la exposición (El Greco en el laberinto. Escenas de la Pasión. Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2014) y que viene ser un monumental tratado de historia y de arte, de ambos conceptos juntos y relacionados, con la presencia de Cuenca y su catedral al fondo. El profesor Ibáñez lleva a cabo un exhaustivo análisis de la época, sus circunstancias y la presencia de diversas personalidades artística, con especial atención a la figura de Martín Gómez el Joven, como punto de referencia alternativa a El Greco. Cuestiones de tipo general que encuentran su complemento en el desarrollo analítico de las dos obras que del artista cretense se conservan en Cuenca, marcando con sumo detalle y claridad sus coincidencias y discordancias de otras nacidas de la misma mano y repartidas por diferentes lugares del mundo. Más allá de su utilidad concreta en el momento presente, el libro de Pedro Miguel Ibáñez reúne las condiciones precisas para obtener la categoría de imprescindible en todo momento como aportación fundamental a la historia del arte y de la cultura en Cuenca.

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