Los
días del pasado
LA
OLVIDADA FIGURA DE MANUEL CARDENAL
Tal día como hoy, 20 de mayo pero del año 1920 se firma una Real Orden por la que se nombra catedrático de
Psicología, Lógica y Ética en el Instituto de Segunda Enseñanza de Cuenca a
Manuel Cardenal de Iracheta, entonces todavía un joven profesor (había nacido
en Madrid en 1898) en los inicios de una carrera intelectual que habría de unir
su nombre a los más destacados de la cultura española de la primera mitad del
siglo XX. Discípulo de Ortega y Gasset y de García Morente, Cardenal quedó
vinculado en sus inicios a la provincia de Cuenca, donde encontró la que habría
de ser una de sus temáticas preferidas, la figura del infante don Juan Manuel y
su obra literaria.
Desde 1344 don Juan Manuel
vivió prácticamente todo el tiempo entre Alarcón y Castillo de Garcimuñoz,
dándose por cierto que en este último lugar escribió parte de su obra. De
hecho, el "Libro de la Caza "
es un verdadero tratado de geografía sobre la Mancha conquense. A Manuel Cardenal debemos un
muy lúcido análisis de esta obra capital y desconocida (fue reeditada por
última vez en 1945) y especialmente de lo que a Cuenca corresponde en ella,
pues explica: “En el obispado de Cuenca
hace la descripción por riberas, lo cual da un singular interés geográfico y
hasta científico a su relato. Enumera, en efecto, en este obispado, las riberas
siguiendo un orden perfectamente claro y definitivo, comienza por el noroeste
de la provincia -sistema hidrográfico del Tajo y del Guadiela- y sigue, describiendo
un arco del Oeste a Este y de Norte a Sur, por Júcar y Cabriel; continúa
cerrando el arco de Este a Oeste, por Záncara y Gigüela, arco que acaba de
cerrar de Sur a Norte, traspasando la divisoria del Guadiana y de sus
afluentes, hasta la del Tajo. De este modo, la descripción de las riberas que
eran cazaderos de ánades, garzas, etc., pone ante el lector todo el sistema
hidrográfico del obispado de Cuenca, sistema que como es sabido ha servido
hasta no hace mucho para fundamentar una descripción fisicogeográfica de una
región y que aún es pedagógicamente útil”.
Durante cuatro años vivió y
enseñó en Cuenca Manuel Cardenal de Iracheta, quien poseyera una de las mentes
más lúcidas aplicadas al pensamiento y el estudio de cuantos intelectuales han
surgido en la España
del siglo XX. Destinado inicialmente a desempeñar la cátedra de Psicología,
Lógica y Ética, apenas un par de meses después, en julio de 1920, se le acumuló
también la de Geografía e Historia. Cesó en su destino conquense el 31 de julio
de 1924, trasladado al Instituto de Segovia y más tarde, ya después de la
guerra civil, al de Las Palmas de Gran Canaria, donde se jubiló, fijando luego
su residencia en Málaga, ciudad en la que moriría en 1971.
Miembro del Consejo Superior
de Investigaciones Científicas, editor de clásicos literarios, como el Libro de la erudición poética, de
Cerrillo de Sotomayor, investigador de temas muy diversos, articulista
divulgador de conocimientos varios, escribió una Antología de don Juan Manuel (1942), una biografía de Gonzalo Pizarro,
hermano del conquistador de Perú (1953) publicó también un trabajo de singular
interés para la provincia de Cuenca: La
geografía conquense del Libro de la Caza, publicado en la Revista de
Archivos, Bibliotecas y Museos, en el que desmenuza con notable sabiduría y
conocimiento la parte del territorio conquense reflejada en la obra de don Juan
Manuel.
Durante sus cuatro años de
estancia profesional en Cuenca, Manuel Cardenal utilizó sus ya importantes
contactos con miembros notables de la intelectualidad española para vincularlos
a la ciudad. A él se deben, por ejemplo, las visitas de Pío Baroja, al que le
unía una profunda amistad y que en Cuenca encontró inspiración para una de sus
novelas, de la que surgió el apelativo “Casa de las Sirenas”, aplicado a una de
las Casas Colgadas.
Sirvan estas líneas de
recuerdo a una figura de extraordinario valor en el seno de la cultura
española, cuya vinculación con Cuenca ha sido prácticamente olvidada.
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