lunes, 27 de mayo de 2013

HONORES DESPUÉS DE MUERTOS


Este 24 de mayo, el pleno del Ayuntamiento de Cuenca ha conseguido una de esas cosas insólitas, tan infrecuentes que hay que señalarlo al comienzo del comentario: aprobar algo por unanimidad y sin que unos y otros se enreden en el habitual y ya aburridísimo "tú más" con que nos castigan de manera continuada. El acuerdo giró en torno a la figura del desaparecido José Luis Sampedro, al que se le otorga ¡ahora! la condición de hijo adoptivo. Como no es cosa de hacer aquí un esbozo biográfico de alguien, por otro lado, suficientemente conocido, recordaré solo la estancia del escrito (cuando aún no lo era) en Huete, durante la guerra civil; o su magnífico libro, El río que nos lleva, publicado a comienzos de la década de los sesenta del siglo pasado, sobre el apasionante mundo de los gancheros y que, aunque se desarrolla básicamente al otro lado del Tajo, en la provincia de Guadalajara, deja un resquicio para la internada en tierras de Cuenca, por la zona de Priego. Y ya en épocas moderna hay que recordar su constante vinculación a la ciudad, asistiendo un año tras otro a la concesión del premio Glauka por la Biblioteca Pública del Estado o para participar en cursos y conferencias. La pregunta final, la que late en estas palabras desde que escribí la primera, es sencilla: por qué no se le rindieron esos honores ciudadanos cuando aún estaba vivo, que se combina con otra parecida: por qué se está enviciando el Ayuntamiento de Cuenca en conceder honores póstumos, con lo bien que podría quedar haciéndolo en vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario