Los días del pasado: 5 de
mayo de 1527
Tal día como hoy, 5 de mayo, pero del año
1527, a
las once de la noche, Eugenio Torralba y su espíritu Zequiel salen de
Valladolid y sobrevolando las tierras que hay a sus pies, amanecen en Roma a
tiempo de contemplar, desde la
Torre de Nona, el asalto de la ciudad por las tropas del
condestable de Borbón, a las órdenes de Carlos I de España. Una vez visto el
sangriento espectáculo, los dos voladores regresaron por el mismo sistema a
Valladolid dispuestos a contar a todo el que quisiera oírlo (y fueron muchos)
el fantástico relato, sin ahorrar detalles que incluían saqueos, asesinatos,
violaciones y otras lindezas propias de las fechorías militares. A la Inquisición el relato
no le hizo ninguna gracia, de manera que decidió intervenir con la severidad
habitual para que el licenciado Torralba explicara tan insólito viaje aéreo y
su no menos extraña y fantasiosa visión de un suceso que aún tardaría varios
días en llegar a conocimiento de las cortes europeas. De todas las picardías
que el singular licenciado conquense perpetró a lo largo de su agitada vida,
ninguna fue tan sorprendente y llamativa como ésta, sirviendo de pretexto a
múltiples invenciones literarias. El fabuloso viaje de Torralba por las alturas
celestiales fue aprovechado por Cervantes para incorporarlo a su Don Quijote en el relato de la escena,
no menos fantástica, en que el caballero y su escudero Sancho Panza emprenden
vuelo a bordo de un caballo de madera, Clavileño. Eugenio D’Ors utilizó la
figura de Torralba para introducirlo como un personaje fantasmal en Epos de los destinos, mientras que Julio
Caro Baroja se sirvió de él para hacerlo protagonista en un capítulo de Vidas mágicas e Inquisición. Como es
lógico, una figura de estas características también llamó poderosamente la
atención de Menéndez Pelayo. Federico Muelas escribió un guión cinematográfico
al que tituló “Una huella en tierra firme” con el que pretendía saldar una
vieja deuda pendiente, pues muchas veces se refirió en sus artículos al deseo
de escribir una biografía de Torralba, pero tal película nunca se realizó,
aunque el guión recibió un premio del Sindicato del Espectáculo. Una aportación
reciente al conocimiento de la personalidad de Torralba es la novela escrita por Eduardo Gil Bera, con la que
ganó el premio de novela histórica “Alfonso X el Sabio” (2002), organizado por
Caja Castilla-La Mancha, y en la que figura el notable error de afirmar al
inicio que “había nacido en Deza”. Lejos de tal cosa, el doctor Eugenio
Torralba nació en Cuenca y aquí fue juzgado por la Inquisición, que le condenó,
aunque cuatro años más tarde le indultó con la firme promesa de no volver nunca
más a desarrollar tan peligrosas invenciones. De su amigo, colega y compañero, el
ángel Zequiel, hablaremos otro día. (Ilustración: Dibujo de Lorenzo Goñi para
una edición del Quijote, en 1967).
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