jueves, 26 de julio de 2012

MEJOR LOS JESUITAS

     Una política de buena prudencia, ahora, antes y siempre, aconseja no cambiar aquello que funciona, al menos mientras siga funcionando. En el terreno práctico, eso se traduce en mantener en sus mismas condiciones aquellas cosas que se venden bien o, dicho en el lenguaje de las audiencias, suma categoría que sirve para medir lo que funciona y lo que no, mantener e incluso potenciar los programas que cuentan con el favor del público mientras que, al contrario, estamos cansados de ver cómo desaparecen de las parillas aquellos otros que tras dos o tres emisiones, se hunden en ese sacrosanto panel controlado por gentes invisibles. Eso, que se aplica generalmente en todos los estamentos, es exactamente lo contrario de lo que va a hacer el llamado ente público (en realidad, un coto de caza privado de quien manda) RTVE. ¿Que hay una serie de programas que funcionan, que en cada oleada trimestral registran más oyentes y espectadores, que están conducidos por profesionales de solvencia capaces de elevar el nivel a cotas nunca vistas antes…? Pues suprimimos los programas y echamos a los profesionales y todos -o sea, ellos, los gubernamentales y sus corifeos de la caverna-, tan contentos. Y esto lo hacen quienes llegaron al poder cargados de tan buenas palabras que, como los encantadores de serpientes, acertaron a engañar hasta a los más espabilados. Así nos luce el pelo ahora. Así es como entienden el servicio público quienes a él se acercan como depredadores con el esencial objetivo de mostrar con toda evidencia que poseen el poder y que eso se traduce en el derecho omnímodo de hacer lo que les viene en gana, cualquiera que sea la conveniencia general e incluso el interés propio porque si las cosas estaban funcionando bien ¿por qué cambiarlas? Ya lo decían los jesuitas: mejor no hacer mudanza.




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