jueves, 26 de abril de 2012

VOCABULARIO DE LA MODERNIDAD




       Frustración, desencanto, desilusión, pesimismo, desconfianza, escepticismo, inquietud, inestabilidad, desafección… El vocabulario es amplísimo y, aunque desde un punto estricto de definición lexicográfica puedan tener significados distintos, en la práctica vienen a ser sinónimos, porque todos confluyen en la misma dirección: los europeos no están a gusto con la Europa que mercaderes ambiciosos y políticos ineficaces nos han diseñado. Creíamos, en los años de la ilusión y las utopías, en la Europa de las culturas coincidentes, la creatividad, el gran territorio sin barreras, fronteras ni aduanas por el que podíamos circular libremente. Pero entonces no contábamos con Merkel, Sarkozy, Berlusconi, Cameron y lo que nos ha tocado en desgracia por aquí cerca. La Europa de las libertades se hunde agobiada por el despilfarro bancario pero, sobre todo, por la impotencia de unos dirigentes apocados, cobardes e ineficaces. Como he podido leer en las páginas económicas de un diario “las condiciones de vida empeoran año tras año, sus países asumen decisiones irracionales y no emergen compensaciones a los sacrificios exigidos a la población en muchas décadas”. Pobre Europa, ahogada por estos mercaderes sin conciencia y estos políticos de medio pelo. Mientras, al otro lado del Atlántico, los yanquis avanzan a toda prisa porque están aplicando exactamente las medidas opuestas a las que impulsadas por esta banda de cegatos que nos gobierna. Con lo que les gusta mirar a los Estados Unidos, ¿por qué no hacen lo mismo? Y mientras, la cultura de capa caída. Las bibliotecas públicas no tienen este año ni un duro para comprar libros o hacer suscripciones. A eso le llaman avanzar y progresar.




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