miércoles, 15 de febrero de 2012

El nuevo rey Midas

Vivimos en un lugar necesitado de ayudas en forma de subvenciones. Así ha sido -así nos hemos acostumbrado- en los últimos muchos años, en unos casos por causas lógicas -nuestra extrema debilidad- y en otros por simple costumbre o vicio: es mejor llamar a las puertas del vecino que buscar los medios para aportar nuestros propios esfuerzos. Casi todo lo que se ha hecho en Cuenca, en materia de cultura (y también en otras) ha sido gracias a las subvenciones. De organismos públicos en unos casos y de mamá Caja de Ahorros en otros. Ahora el grifo se ha cerrado. Los dineros públicos se han reducido a casi cero y los que amasó durante décadas la Caja de todos se han ido evaporando, nadie sabe muy bien dónde. Pero ha surgido un recambio inesperado: la Caja Rural de Cuenca, ahora reconvertida en Globalcaja, aparece ante todos los ojos como el maná, como el nuevo rey Midas capaz de abastecer de dinero a tantas necesidades como surgen por doquier. El problema es sencillo: son tantos a pedir, tantas las manos abiertas en busca de un trozo de la tarta que el depósito dinerario no da abasto para satisfacer todas las demandas. Pero como con el no ya cuentan todos, por pedir que no quede. Quizá sería mejor que unos y otros se acostumbraran -nos acostumbrámos todos- a recurrir menos a la subvención y a las ayudas, pero una costumbre tan arraigada no se puede eliminar en cuatro días. Y así andamos, llamando a puertas con las que, hasta hace unos meses, nadie contaba para nada. Nos acostumbraremos a ver el nuevo logo de la Caja Rural (perdón: Globalcaja) apareciendo por todas partes. Hasta donde lleguen sus fuerzas.

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