viernes, 11 de marzo de 2011

CON OJOS JAPONESES

Una imagen habitual, en todas partes y en Cuenca también, es la que ofrece un grupo de japoneses, todos con su cámara fotográfica, captando imágenes a diestra y siniestra. Se trata de una afición casi centenaria (al menos desde que se popularizaron las cámaras fotográficas) y que no decae por más avances técnicos que traiga nuestra civilización. Imagino que son algunas de esas imágenes las que han servido para que un avispado estudio de animación haya diseñado una ciudad inventada, Seize, por donde pululan el joven Sorami Kamata y sus amigos, inventando aventuras y desarrollado creatividad. Muchas veces hemos tenido ocasión de leer comentarios lamentándose del escaso uso que el cine español ha hecho de una ciudad como Cuenca (siempre, de manera rutinaria, hay que tomar Calle Mayor como referencia ineludible). Seguramente es verdad, como lo es también la espléndida utilización que de esas imágenes ha hecho ese estudio japonés. Sora no oto es el título y no se por qué me da que no llegaremos a verla en una de las múltiples televisiones que pululan por las ondas españolas. A falta de ese casi impensable regalo, aquí aporto una imagen, como demostración de que existe.

miércoles, 2 de marzo de 2011

ADIÓS A UN AMIGO

No he visto (leído ni oído) palabra alguna sobre Odón Alonso, que murió hace unos días en Madrid y fue enterrado en Soria, ciudad con la que tenía fuertes lazos, incluyendo la promoción de un Festival de Música que se celebra allí cada otoño. Fue uno de los más importantes directores musicales de este país, quizá el que mejor supo conectar con el público y hacer asequible la música clásica, antes de que llegaran los directores mediáticos que ahora tienen tanto predicamento. Odón Alonso debería haber merecido alguna palabra de recuerdo en Cuenca porque aquí fue una presencia habitual en las Semanas de Música Religiosa, es las que intervenía año tras año al frente de alguna formación; en especial le gustaba dirigir el concierto de clausura, en la bellísima iglesia de Arcas. Un día, el 10 de abril de 1966, le hice una entrevista en la que me decía sobre las Semanas: "Al principio creí que era una idea disparatada, pero desde que sonó la primera nota supe que las Semanas irían adelante". Hasta hoy, al borde de cumplir la edición número 50. Se merece una palabra de despedida esta persona asequible, cordial, comunicativa. Y un gran director de orquesta.

UN TIEMPO TAN DIVERTIDO...

Por si alguien no lo sabe, daré una importante noticia: vamos a tener elecciones dentro de poco. Eso, entre otros maravillosos entretenimientos, significa que muchas, muchísimas personas van a lanzarse a la calle (dicho así, en un concepto amplio) para ofrecer al resto de ciudadanos las más disparatadas e imaginativas propuestas. La mayoría serán de una pasmosa vulgaridad. Por ejemplo, todos nos asegurarán disponer de la fórmula mágica para solucionar el problema del paro, o prometerán implantar la más absoluta hondadez en la vida pública, en la que, nos dirán, no tendrán cabida corruptos, chorizos y sinvergüenzas en general, olvidando los que ya están en activo y vuelven a ser candidatos, con la más absoluta desfachatez. Pero esas son cosas menores. Como vamos de elecciones, se nos va a preguntar qué queremos hacer con nuestras vidas y haciendas. En estos casos siempre me han parecido especialmente divertidos los esfuerzos de muchos políticos, habitualmente desinteresados por lo que sucede en el mundo de la cultura, por conocer las inquietudes y propuestas de "los colectivos culturales". Por ahí anda ahora el director general de la cosa en la Junta de Comunidades haciendo las preguntas de rigor mientras con la boca entreabierta sonrie ante los lamentos de quienes ven cómo cada día disminuye, hasta desaparecer casi, el dinero disponible para hacer teatro, libros, música o lo que sea. Porque el propósito de este camelo es bien sencillo: decirme qué queréis con tal de que no cueste un céntimo.

copiones y plagiadores


Al pobre ministro alemán de Defensa le acaban de defenestrar por haber hecho algo que está a la orden del día: utilizar los buscadores de internet vía google para apropiarse de textos ajenos y añadirlos a los propios, en porcentaje variable, según las fuentes, pues las más malvadas llegan a decir que hasta el 75 por ciento era material de otros. Es lo que tienen los modernos mecanismos de comunicación e información, como saben muy bien los estudiantes gandules y los escritores golfos. Claro que, en una escala de calidades, quizá lo que ha hecho el ex-ministro, copiar para una tesis doctoral, se pueda considerar excesivo, más que hacerlo con un sencillo examen de bachillerato (o universidad). En el mundo de las letras tampoco estamos libres de esta plaga. Por supuesto, escribir un libro es cosa laboriosa, entretenida, que puede ocupar muchos días y, en casos, hasta años, de manera, se dirán algunos, que para qué trabajar tanto existiendo ordenadores, scanneres y fotocopiadoras. Hay ahora mismo en las librerías de Cuenca dos volúmenes que son, tal cual, reproducciones de otros anteriores. A uno de ellos le han cambiado el título, tan ricamente y así parece que es otro distinto. El otro lo mantiene, adaptado para que figure el "nuevo" autor pero por más que se quiera disimular no hay más que abrir la primera página para encontrar nada menos que Cuenca, la famosa guía publicada por Federico Muelas en 1968, sólo que ahora es otro el que lo firma. Cosas veredes y seguiremos viendo, sin duda.