martes, 3 de mayo de 2011

PROMETE, QUE ALGO QUEDA

Por si alguien no lo sabe, diré que estamos en vísperas de que empiece una campaña electoral con doble objetivo, autonómico y local. Esto que va escrito es, naturalmente, una boutade, pero de algún modo hay que romper el hielo. Pues eso, estamos en campaña ya y desde hace muchos meses, sin necesidad de que se escenifique la ridícula escena de la pegada de carteles. En ese ambiente, los candidatos acuden ahora a pedir la opinión de los ciudadanos, recoger sus quejas, ideas, sugerencias y sueños, elaborar programas y toda la parafernalia que lleva consigo el juego democrático de las elecciones. En ese panorama no podía faltar, naturalmente, que se llame a consulta a colectivos culturales (en sí mismos inexistentes) para elaborar nutridos repertorios de propuestas, condenadas todas ellas, sin excepción, a perderse en el limbo tan pronto como quien sea gane las elecciones y cumple su primera obligación que es olvidar lo que prometió. Pero así son las cosas: vivimos en un teatro, el del mundo, como dijo Calderón, que es también el de la ciudad, el pueblo, la provincia, la región. No conozco a ningún político actual, de los que tenemos al alcance de la mano, que crea realmente en el papel de la cultura como motor de desarrollo y progreso, incluso en lo material, como elemento de potencialidad económica, pero por supuesto más aún en el ámbito del enriquecimiento personal, humano, de cada uno de nosotros. En fin, lamento retórico y un tanto desengañado, desde luego, pero sincero.

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